El sexo no es como lo pintan - Relatos Eróticos

El sexo no es como lo pintan

... leche. Nuestros cuerpos se soltaron y quedaron prendidos sobre la cama. Me dio un beso delicioso en los labios y no dijimos una sola palabra más. Tan solo cerramos los ojos y comenzamos a dormir.

Esa fue la noche en que desvirgué a mi hermana doctora…

La doctora Clarisa miraba a Miguel fijamente. Con la concha empapada y una calentura infernal en lo único que pensaba era en subirse encima de Miguel y dejar que la follara. Como le hubiera gustado ser su hermana.

Pero aún seguía preguntándose, como es que había terminado muerta?

-Por dios, estoy atada sexualmente a él. Miguel ha despertado el instinto de mujer que vivía encerrado en mí durante tanto tiempo- pensaba la doctora.

La doctora se puso de pie y caminó hacia Miguel mientras él la recorría con la mirada de pies a cabeza. Su cuerpo comenzó a temblar y miles de ideas cruzaron su mente cuando las manos de Miguel comenzaron a recorrer su cuerpo. La doctora cerró sus ojos y se dejó llevar por el momento.

Comenzó a besarlo, a cooperar con él.

Miguel fue tierno, paciente, amoroso, le supo excitar de una forma que le hizo pronto perder el control.

Le desnudó sin prisas, sin violencia. Cuando la tuvo desnuda, la comenzó a besar. Besaba sus senos, su abdomen, su sexo.

Pronto Miguel se desnudó completamente y la doctora comenzó a meterse su verga en la boca. En un inicio le fue imposible meterse todo su pene pero pronto consiguió metérselo completo a la boca.

Esa noche Miguel la hizo suya. Justo como la noche anterior solo que ésta vez se encontraban en la casa de la doctora y con su hija durmiendo en uno de los cuartos continuos.

La vida de la doctora dio un giro enorme. En pocos días asumió el rol de ser "oficialmente" la mujer de Miguel. Al menos así lo veía ella ya que para Miguel no era más que su esclava sexual. Esclava a la que tenía pensado usar en muchas ocasiones en el futuro…

Cogían en cualquier lugar de la casa, en la cocina, en la sala, en la cama, en el baño, en la habitación de Claudia. Siempre lo hacían a escondidas y siempre Miguel le revelaba un acontecimiento pasado.

La doctora siempre trataba de no gritar por si alguien llevaba a su casa o para que los vecinos no se fueran a enterar pero, por más que quería, no podía evitar pegar aquellos tremendos gritos de placer que retumbaban en las 4 paredes y es que, cuando la verga de Miguel comenzaba a penetrarla, la doctora se convertía en otra.

Fue así como comenzaron los rumores en el fraccionamiento y todo el mundo comenzaba a señalar a la doctora Clarisa como la nueva puta que metía a un jovencito a follar en su casa cada que podía. Nunca se lo dijeron directamente pero la doctora lo supo por medio de una amiga suya a la que su marido ya le había prohibido la amistad.

A la doctora hasta ese punto ya no le importaba nada. Ni si era verdad o mentira lo que Miguel le decía. Lo único que quería era que se la siguiera follando así que se conformaba con saber cualquier cosa por muy estúpida que ...