El sexo no es como lo pintan - Relatos Eróticos

El sexo no es como lo pintan

... Miguel quien correspondía a cada uno de sus coqueteos.

Dieron las 10 de la noche y Clarisa le indicó a su hija que era hora de dormir.

-Mamá, ya no soy ninguna niña…

-Eso lo sé hija pero por ahora quiero que Miguel me entreviste. Ya es bastante tarde y no queremos que a Miguel se le haga más tarde o si?

Claudia se despidió de Miguel en ese momento. No sin antes susurrarle al oído: Escríbeme algo…

Clarisa guio a Miguel hasta su estudio. Al estar adentro sintió morbo y miedo a la vez. Morbo por lo que estaba a punto de hacer y miedo porque su marido se fuera a enterar.

En cuanto ingresaron al estudio, Clarisa le atendió como si fuera su marido, le sirvió vino, le dio un masaje en los hombros y platicó con él durante mucho rato.

La presencia de Miguel le daba miedo, sabía que estaba ahí porque estaba decidido a llevarse a su hija a la cama pero le era tan atractivo tanto psicológica como sexualmente que lo único que podía pensar era en que se la llevara primero a ella a la cama.

Miguel la comenzó a besar y, entre más la besaba, Clarisa más sentía estar enamorada.

Le urgía hundirse la verga de Miguel inmediatamente, pero sabía que antes debía sacarle un poco más de información pues de nada valdría la pena todo lo que había hecho si no lo hacía.

-Espera Miguel, espera por favor…- le rogó Clarisa a Miguel rompiendo los besos y las caricias.- Antes quiero que me sigas contando, yo ya he hecho mi parte por el día de hoy y creo que lo justo es que ahora tú cumplas con la tuya.

Miguel la miró divertido. Estaba tan caliente que quería follarse en ese mismo instante a la doctora pero sabía que un trato era un trato y lo iba a respetar.

- Y bien, en que me quedé?- preguntó Miguel fingiendo demencia.

-Me ibas a contar como fue que desvirgaste a tú hermana…

-Ah eso…- Miguel hizo una pausa y, tras de beber un poco de vino, prosiguió con su anécdota.- Después de aquella vez, todas las mañanas en las que no había clase, me iba a acostar a la habitación de mi madre para "ver" televisión esperando a que mi hermana llegara y se metiera bajo las sábanas conmigo.

Cada vez pasábamos más tiempo juntos, incluso había ocasiones en las que mi hermana se dormía abrazada a mí.

Aún recuerdo el dulce aroma de su cabello y la delicada piel de su cuerpo. Dormir con mi dulce princesa era como vivir un cuento de hadas en carne propia. Nada de ello se comparaba a la escritura.

Un fin de semana, mi madre nos avisó que saldría de viaje de "negocios" con su jefe. Posteriormente yo me enteré de que su jefe la había llevado al caribe para follársela día y noche y divertirse con ella. Pero tampoco dije nada.

Aquella vez se cruzaba un puente por lo que mi madre estaría fuera por 5 largos días.

Mamá y su jefe partieron el viernes por la tarde y esa misma noche, justo cuando estaba en mi alcoba masturbándome, decidí ir por un par de prendas íntimas de mi hermana, para hacer más satisfactoria mi venida, al cesto de ropa sucia que se ...