1. Codicia


    Fecha: 11/08/2019, Categorías: Confesiones Autor: coronelwinston, Fuente: TodoRelatos

    ... perdido. Las reglas son justas. Hay dos opciones…
    
    -Y muy ventajosas para ustedes-Finalizó el calvo-. Haremos la subasta si les parece.
    
    Susana me miraba. Yo miraba el humo del cigarrillo que en una danza burlesca huía sobre mi cabeza. El calvo extendió papel y bolígrafo al resto de jugadores para que anotasen la cantidad que estaban dispuestos a pagar por disfrutar del cuerpo de mi mujer. Luego, tras los formalismos, doblaron sus papeles por la mitad y a su vez, por otra mitad antes de entregárselos al calvo.
    
    Al parecer, el Sr. Jueves había pujado una cantidad a todas luces insuficiente a juzgar por la mueca de asco que se escapó de la boca del calvo. Su hermano, el Sr. Miércoles, había sido más generoso, pero era seguro que la oferta se podría superar. Escuché el comentario, pero no lo asimilé hasta semanas después. Viernes había pujado un precio elevado, pero Martes, la rubia puta, le había superado. Extrañamente, aquella joven con aroma a puta, había pujado tal vez impulsada por los deseos de mantener una relación lésbica con mi mujer. Lunes ganaba. En un acto generoso a todas luces, pese a que Susana es mi mujer, ofrecía doce mil euros por ella. El calvo así lo proclamó y el negro extendió el dinero encima de la mesa antes de pasar a manos del pelado. El negro era el que más había ganado hasta ese momento.
    
    -El Sr. Lunes ha pujado por usted doce mil euros. Ahora, si acepta dar el paso definitivo, es decir, jugar, iniciaremos la partida respetando las bases que con mucho gusto repetiré: Tres manos de black Jack. Si usted gana la primera, la segunda, o la tercera partida, los doce mil serán suyos y nadie se los quitará. Si gana dos partidas, se irá con el dinero e intacta. Tal como entró a nuestro casino. Si pierde dos partidas, habrá de entregar su cuerpo al Sr. Lunes para que disponga de el a su entera apetencia. Si pierde las tres, que esperemos que no ocurra, se irán de aquí sin dinero y usted, Sra. Sábado, deberá entregarse al Sr. Lunes. ¿Queda claro?. Ustedes no arriesgan dinero. Me parece que las condiciones son extremadamente fabulosas para ustedes. La ventaja es sustancial. Tan importante como el deseo de nuestro amigo Lunes, que ha ofrecido la no menos fabulosa cantidad de doce mil euros por usted. Lo cual bendigo, pues creo que los vale. ¿Dispuesta a jugar?.
    
    Si. El “si” de Susana hizo que mi cuerpo se venciera hacia el lado del jefe de sector. Agradecí su ayuda, de lo contrario, mis huesos habrían dado contra la moqueta silenciosa del espacio. Era una mano. Una sola mano ganadora, un pase, unas cartas que le obligaran a pedir cuando el puntaje se acercara hasta el diecisiete. Tras esa rápida valoración, me di asco. Pensaba, al igual que Susana, en el dinero. Pero al menos, ella arriesgaba su cuerpo por recuperar lo que a todas luces sabía que me inquietaba, el descenso del saldo en nuestra cuenta. Pero ¿Y yo?, ¿Qué arriesgaba yo?..., la respuesta no llegó hasta el día siguiente.
    
    El crupier se enfrentó a Susana bajo la ...
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