1. Codicia


    Fecha: 11/08/2019, Categorías: Confesiones Autor: coronelwinston, Fuente: TodoRelatos

    CODICIA
    
    Si, soy normal. Me considero muy normal. Algo extravagante en algunas ocasiones, fácil de convencer en otras y…alocado en muchas. Y una de esas locuras de las mías, de las que padezco de vez en cuando, es el motivo que me impulsa a estar escribiendo lo que vais a leer de inmediato.
    
    Veréis, tengo treinta años. A veces parece que esos treinta se han divido por dos y mis actos, a su vez, los dividen en otros dos, con lo cual mi comportamiento es similar a la edad resultante. Casado con Susana desde hace cuatro años (Ella cuenta con veintisiete en la actualidad), sin hijos y con una profesión liberal que me gusta, he de confesar que la vida no nos va mal.
    
    Y lo que os voy a contar nos ocurrió el pasado verano en un casino de una población costera. No mencionaré ni la población ni el casino en cuestión. Pero os pondré en antecedentes.
    
    Estábamos de vacaciones. Unas merecidas vacaciones. Playa, sol, bellezas a mi alrededor, cerveza por barriles…relax a fin de cuentas. Ninguna obligación, excepto una: el ocio.
    
    Como antes os comenté, la vida nos va bien. No soy un hombre que tenga mucho dinero, pero tampoco ando escaso. Disponía de unos seis mil euros para esas vacaciones. Aún debía hacer frente a los gastos de hotel y a los días que nos quedaban por estar allí.
    
    Si, fue idea suya. Y yo acepté, aunque a regañadientes. Calculé que nos podíamos jugar unos euros en el casino sin que ello, naturalmente no pensaba en ganar, trastocara nuestras vacaciones. Susana había mostrado mucho interés. Soy muy transigente con sus gustos. Accedí. Como siempre.
    
    Tras el baño de la mañana, la comida y una corta siesta, nos preparamos para salir a cenar y más tarde, al casino. Susana se colocó por toda vestimenta, una camisa negra y una falda del mismo color. Era obvio que no llevaba sujetador. En las zonas costeras, con el volumen que ella exhibía en la playa y el morbo que yo sentía, se hacía muy prescindible esa prenda.
    
    Era un placer verla. Sus piernas morenas, perfectamente moldeadas, sus caderas alineadas a su talle, su vientre plano y sus pechos balanceando por debajo de su camisa, me hicieron meditar en la conveniencia de anular la salida y quedarme en el hotel para disfrutar de su cuerpo. Pero ya se sabe, el hombre propone y Dios dispone. Susana no iba a consentir.
    
    Tras la cena, y tras sentir cientos de ojos clavados en los pechos de Susana, agradecí salir de ese local. La siguiente parada sería el casino. Las copas, también serían allí. Y, lo que es peor, también sabía a ciencia cierta que saldría del local con menos dinero del que entraría. Son matemáticas.
    
    Anduvimos jugando al black jack y ganamos algunos euros. Con las copas en la mano nos fuimos a la ruleta. También obtuvimos alguna renta. Un par de horas y un par de miles. Al menos no perderíamos. Todo nos vino de cara.
    
    Me hubiese ido de allí con las ganancias, pero…, siempre hay un pero y en ésta ocasión también, las cosas no son como empiezan, sino como acaban. La ...
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