1. Codicia


    Fecha: 11/08/2019, Categorías: Confesiones Autor: coronelwinston, Fuente: TodoRelatos

    ... apretaba con sus manos sus propios pechos tan inmensamente hermosos. El calvo interrumpió su frase ante la atenta mirada del resto de jugadores.
    
    -No. Pero se lo voy a explicar. Black jack. Los aquí presentes-Extendió su brazo en dirección al resto de personas-harán una oferta por usted. La oferta será privada, cerrada y no habrá vuelta atrás. El importe de la apuesta es lo que usted, en el caso de ganar, se llevará de aquí. Estoy seguro que nuestros amigos harán una sustanciosa oferta por tan exquisita mujer. Tendrá que enfrentarse a nuestro crupier. Serán únicamente tres manos de black jack. Si usted gana una sola mano, se llevará el dinero de la apuesta. En ese caso, en el caso de que gane una sola mano, recuperará el dinero pujado por usted, pero-Otra pausa escandalosa-hay un pequeño riesgo. Si pierde dos partidas, el dinero será de usted, pero habrá de poner su cuerpo a disposición del jugador que más dinero haya pujado por su cuerpo. ¿Lo comprende?.
    
    -Perfectamente-La oí decir-, tendré que acostarme con quien apueste por mi.
    
    -Técnicamente así es. ¿Aceptan?.
    
    No podía reaccionar. Miles de pensamientos se desbordaban sin control por mi mente. Vacaciones, playa, dinero, comidas, polvos con Susana, mi trabajo, una cuenta en el banco, la tarjeta dorada, proveedores, clientes. Imágenes que iban y venían a su antojo. Imágenes que, una vez abierta la puerta, habían escapado del control férreo al que yo las sometía. Aún así, en medio del trance antes de agonizar, me pedían audiencia.
    
    -¿Qué tienes que decir, Ismael?.
    
    Susana dominaba la situación. Veintisiete años cargados de belleza, seguridad y riesgo. Si, eso es lo que nos había llevado allí aquella tarde maldita. Ese riesgo que tanto morbo y pasión inoculaba en su cuerpo y en su mente era el culpable de aquella situación. ¿Pero a quién engañaba?. El culpable era yo. Únicamente yo. Hubiera bastado que los pantalones no se me hubieran caído y mis cojones se habrían impuesto. Pero pensé en el dinero. Al igual que Susana.
    
    -Ismael, ¿Qué piensas?, ¿Qué te parece?.
    
    Inquiriendo una respuesta que no se iba a producir, me callé como una rata. Recordaba los problemas a los que habría de enfrentarme sin ese dinero que había cambiado de manos. Facturas que tendría que devolver, proveedores que escupirían fuego a través del teléfono, tal vez algún crédito que habría de pedir, una cadena de acontecimientos desgraciados por correr un riesgo innecesario. La miré. Allí estaba ella. Tan solemne como el resto de jugadores, tan expectante como el calvo, tan estatua como el crupier, tan indiferente como el jefe de sala, probablemente acostumbrado a presenciar más de una vez lo que allí se tramaba.
    
    -Una partida, Ismael. ¡Una partida y todo habrá terminado!. Es un juego justo. Podremos recuperar…
    
    Si, podíamos recuperar. ¿El qué?, ¿El dinero?, ¿Nuestras vacaciones?, ¿Nuestra vida?. ¡Qué coño íbamos a recuperar si ella se acostaba con alguno de los allí presentes!.
    
    -…parte de lo que hemos ...
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