Consulta psiquiátrica - Relatos Eróticos

Consulta psiquiátrica

... hacer cosas... cosas sucias."

Mi mano y mis dedos en movimiento habían empujado mis bragas hacia mis muslos y estaba completamente expuesta a él mientras me masturbaba con los dedos.

"¿Te gustó?"

"Sí" Gemí cuando mis caderas comenzaron a retorcerse.

"¿Te metiste su pene en la boca María José?"

"Era grande Doctor, muy grande. Sostuvo mi cabeza mientras lo forzaba entre mis labios."

Luego dejé de hablar cuando alcancé mi orgasmo y comencé a temblar a través de todo mi cuerpo. Pasaron alrededor de dos minutos antes de que sacara el dedo goteante de entre mis piernas. El olor de mi sexo era espeso en el aire.

"Soy una puta, ¿no doctor?" Pregunté finalmente.

"Eres una mujer hermosa, inteligente, muy sexuada, completamente normal María José."

"¿Sí?"

"Ahora vístete, nuestro tiempo casi se acaba."

No traté de ocultar el deseo que sentía por él. Mis ojos se deslizaron hacia el gran bulto en sus pantalones.

"¿Tengo que dejarte mis bragas?"

"Por favor." Respondió mientras tomaba mis bragas de mis dedos.

Las pasó por mi hendidura húmeda y luego las empujó debajo de su cinturón y hacia abajo sobre su pene.

"No puedo venir la semana que viene Doctor." Dije mientras me ponía de pie. Mis ojos todavía estaban concentrados en su ingle.

"¿No puedes?" Preguntó.

"No podré salir. Tengo un caso importante... muy importante."

"¿Qué hay de la noche?" Sugirió.

"Trabajaremos hasta tarde todas las noches. Es importante."

"Tienes que comer. El próximo miércoles te paso a buscar a las ocho. Cenamos y charlamos."

"No puedo."

"Tenemos que curarte María José. Te veo el miércoles." Insistió.

Sesión 4

Eran poco después de las ocho de la noche. Salí de las oficinas del piso veinticuatro de uno de los bufetes de abogados más grande de nuestra ciudad. Tomé el ascensor y llegué a la salida. En la vereda me estaba esperando César.

“Hicimos una pausa de dos horas para cenar. O sea que después tengo que volver.” Le aclaré.

"No hay problema, te traeré de vuelta en una hora y media." Prometió. "Veo que ahora que estás usando maquillaje y peinándote de manera diferente..."

"No es así." Negué.

"Mentirosa. Ahora dame tus bragas."

"¡Quéaaa! ¿Aquí en el auto?"

"Sí."

"Eres tan malo, tan maloooo." Me quejé mientras me levantaba rápidamente la falda y luego comenzaba a bajarme las bragas.

Cinco minutos más tarde estábamos sentados uno al lado del otro en una mesa con poca luz en uno de mis restaurantes favorito.

"Levántate la falda." Ordenó una vez que nuestro mesero entregó nuestros menús y se retiró.

"¿Aquí?"

"Quiero ver tu concha. ¿No me lo quieres enseñar esta noche María José?"

Negué con la cabeza incluso mientras lentamente me levantaba la falda.

"Soy abogada... quiero que me cures." Imploré mientras dejaba al descubierto mi triángulo de vello púbico.

Cincuenta minutos después, mientras tomábamos una taza de café para terminar la cena, lo sorprendí al preguntarle de la ...