Consulta psiquiátrica - Relatos Eróticos

Consulta psiquiátrica

... coja.”

"¡Puaj! ¡NOOO! César, no quiero que lo haga. Trabajo allí. ¿Y si todos se enteran?"

"Él nunca se lo dirá a nadie. Es del tipo que le encanta la idea de que se ha cogido a una de sus empleadas. Pero definitivamente no querrá perderte. También quedara un poco preocupado por ti, María José."

"¿Por qué?"

"Aunque esté casi cien por ciento seguro de que puede controlarte, sempre habrá una duda en su mente. Estará preocupado por su reputación. ¿Qué pasa si hablas?"

"Me doy cuenta de lo que quieres decir."

"Él estará preocupado de que renuncies. Podrías avergonzarlo. Te acepte o no, pase lo que pase esta tarde María José, cuando salgas de su oficina él tiene que saber que dejarás la firma si no te nombra directora. Y no en cinco años... ¿Me explico?"

"Me da miedo Doctor"

"No lleves tanga a la reunión María José."

"¿Quéééé?"

"Ése es el mejor consejo de tu médico, de hecho, quítatela ahora."

"¿Aquí?"

"Te odio." Proclamé unos pocos minutos después.

Luego me di media vuelta y salí del restaurante. Un tanga de encaje azul quedó sobre la mesa frente a él.

Sesión 8

Eran las cinco y cuarto de la tarde del viernes. Hice una llamada telefónica.

"Consultorio del doctor Ballesteros." Me respondieron.

"¿Adivina con quién estás hablando?" fueron mis primeras palabras. Estaba feliz.

"¿Es María José Cano por casualidad?" —preguntó, habiéndome reconocido de inmediato.

"No, da la casualidad de que estás hablando con la última incorporación a la firma Suárez & Benavent S. A.: directora ejecutiva y asesora legal."

"¿Lo entendiste?"

"Sí." El júbilo en mi voz era imposible de disimular.

"Te dije que sería pan comido."

"No fue tan fácil César. Deberías haber estado allí. Es un animal."

"Bueno, ¿por qué no te vistes con tus mejores galas y luego vienes y nos cuentas todo? De hecho, dado que ahora eres una socia rica, podrías invitarnos a los dos a cenar."

"¿Tu hermana también?"

Llegué pasadas las ocho y media vestida de punta en blanco. Sin traje de negocios esa noche. De hecho todos nos vestimos para la ocasión. Emilia, hermosa con un ceñido vestido de seda negra que resaltaba sus senos y sus cabellos rubios. Yo vestía un vestido de jersey de seda verde oscuro con tirantes finos y escote. Ambas estábamos de tacones altos.

Ninguna de nosotras se había molestado con un sostén. Nuestros pechos bailaban bajo la fina seda cuando entramos al restaurante. Se podía oler a necesidad sexual.

Fue solo después de que llegaron con el café y el postre que comencé a contarles la historia.

“Me cogió como un animal. Fue una violación.” Arranqué de repente.

"¿Justo en su oficina?" Preguntó Emilia.

"En el momento en que crucé la puerta de su oficina, supe que lo iba a hacer. Era como mi ex profesor."

"¿Qué hizo él?"

"Pequeña puta. Gritó antes de que me hubiera sentado. Luego dio la vuelta a su escritorio y me agarró. Me arrancó la ropa. Me dijo que me iba a dar una lección. Luego me inclinó ...