Matrimonio exhibicionista. 1 de 2 - Relatos Eróticos

Matrimonio exhibicionista. 1 de 2

... mano entre mis piernas —. Y tú estás chorreando.

Me restregué contra su mano con necesidad el poco tiempo que duró el trayecto. Al abrirse las puertas los dos casi corrimos hasta el coche. Unos metros antes de llegar Toni lo abrió con el mando a distancia.

—Entra — le exigí abriendo la puerta de atrás.

Miró en rededor comprobando que no había nadie y se metió dentro. Yo le seguí tan desesperada que entré a cuatro patas tras él y apenas cerré la puerta ya estaba tirando frenética de sus pantalones. Con su ayuda pronto tuve su polla hasta la garganta y su mano en mi cabeza acelerando la ansiosa mamada.

—Si sigues me voy a correr, cariño — balbuceó a los pocos minutos.

—De eso nada, quiero que dispares tu semen en mi coño.

Di un último lametón a su brillante miembro y me senté en sus piernas. Eché a un lado la tira del tanga y me metí su polla tan violentamente que me dolió, y creo que a él también. Claro que no nos importó y enseguida estaba cabalgando en su regazo. Toni me levantó la camiseta y me magreó los pechos a conciencia, apretando mis pezones mientras sus caderas subían y bajaban al ritmo que le marcaba.

Me sobresalté al notar movimiento fuera del coche. Lo había olvidado, pero los dos chavales me miraban desde un par de metros, pegados a una columna. La escasa iluminación del parking me permitía verlos con poca claridad, pero suficiente para distinguirlos, por lo que pensé que ellos también me verían a mí y disfrutarían del espectáculo. Sólo darme cuenta de eso me provocó tal orgasmo que tuve que taparme la boca con la mano para que no se enteraran en la tercera planta.

—Espera Toni — le dije jadeando —, cambiemos de posición.

—Date prisa, no puedo aguantar más.

Me puse a cuatro patas con la cara pegada a la ventanilla mientras Toni me empotraba desde atrás. Mis ojos no se apartaban de los chicos. Se daban codazos y me señalaban. Me ponía tan caliente que nos vieran follar que me incorporé lo que pude para mostrarles el violento balanceo de mis tetas. Al tiempo mis ojos no se apartaban de los suyos. Era tan morboso que me corrí otra vez justo antes de que Toni me complaciera llenándome con su leche y metiéndome la polla tan adentro que acabé con la cara pegada al cristal como si fuera un mosquito estrellado en el parabrisas.

—Deja que te limpie, amor.

Estaba tan desahogada y satisfecha que no me apetecía, pero quería dar a mis mirones un último espectáculo, así que me giré y les dejé solazarse con la contemplación de mi culo hasta que dejé a Toni limpito con la lengua.

Como pudimos nos recompusimos la ropa y salimos del parking. Fue justo al llegar a la calle cuanto Toni explotó en una risa incontenible. Me contagié de su jovialidad y al final tuvo que parar el coche a un lado. Nos hartamos de reír.

—Ha sido genial — le dije resoplando.

—Estoy de acuerdo — todavía se le escapaba alguna carcajada —. ¿Viste al viejecito del principio? Creo que todavía tiene la boca abierta.

Nos reímos otro ...