1. Matrimonio exhibicionista. 1 de 2


    Fecha: 10/08/2019, Categorías: Voyerismo Autor: vsop, Fuente: TodoRelatos

    —¡Uf, qué bien me ha sentado!
    
    En vez de correr por la mañana hoy lo había hecho por la tarde, pero no me había privado de mi preceptiva carrera diaria y salía en ese momento de la ducha. Venía Felipe a ver el partido y no quería estar sudada y maloliente. Me puse un tanga y salí del baño hacia mi dormitorio para vestirme secándome el pelo con una toalla. Iba por el pasillo hacia la habitación cuando escuché murmurar a Toni, mi marido, y cambié de dirección.
    
    —¿Qué me decías, cariño? — pregunté desviándome y entrando al salón.
    
    Me quedé paralizada. Toni me miraba boquiabierto y Felipe, con un botellín de cerveza paralizado a medio camino de su boca, tenía los ojos como platos recorriendo mi cuerpo casi desnudo con la mirada.
    
    —¡Ah! — exclame sin saber reaccionar. Tenía las manos levantadas sobre la cabeza sujetando la toalla y mis pechos, grandes y firmes, se mostraban en todo su esplendor.
    
    —Eh, Ana, Felipe ha… esto… ha llegado pronto — balbuceó mi marido.
    
    ¡No jodas! Pues sí que me avisa a tiempo el mamonazo. Reaccioné por fin bajando las manos y tapando mis tetas con la toalla. Felipe, a pesar del rubor que se apoderaba de su rostro, no se cortaba en cartografiar mi cuerpo con la mirada.
    
    —Hola, Ana. Me alegro de verte — me dijo con una leve sonrisa y algo de cachondeo.
    
    —Eh, sí, yo también, mejor me visto.
    
    Con mucha vergüenza y la dignidad que pude reunir me giré y salí del salón como si no pasara nada, a pesar de que mis nalgas, delimitadas por el escueto tanga, quedaron también a la vista. Cuando entré en mi habitación la respiración se me había acelerado y tenía sensaciones nuevas y extrañas. ¡Toni se iba a enterar por no avisarme! Suya era la culpa de que me hubiera exhibido prácticamente en pelotas ante su amigo. Y qué cara se les había puesto a los dos. Si mi marido se había quedado con la boca abierta, la reacción de Felipe no había sido menor. ¡Si casi se le salen los ojos de las órbitas!
    
    Me reí entre dientes mientras me vestía. Me puse unos leggins ceñidos y cómodos que usaba para estar en casa y cambié la camiseta holgada que me pensaba poner por un top más escotado y que dejaba entrever mi estómago plano y tonificado. No fue algo premeditado, todavía no tenía claro cómo me sentía después de lo sucedido, pero pasado el sofoco una parte oculta y algo malvada de mí se deleitaba con la admiración masculina.
    
    Entré al salón como si no hubiera pasado nada recibiendo la inmediata atención de los chicos.
    
    —¿Cuánto queda para el partido? — pregunté.
    
    —Algo menos de quince minutos — contestó Toni.
    
    —Vale, pues voy a traer algo de picar y a coger una cerveza — me giré para ir a la cocina y me di la vuelta en el último momento —. ¿Queréis otra vosotros? — como suponía la mirada de Felipe se desvió apresuradamente de mi trasero.
    
    —Claro — me dijo mirando a la tele —, gracias, Ana.
    
    —Yo también — se apuntó mi marido.
    
    —Enseguida os la traigo.
    
    Preparé las cosas en la cocina sintiendo una inquietud ...
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