Matrimonio exhibicionista. 1 de 2 - Relatos Eróticos

Matrimonio exhibicionista. 1 de 2

... entrepierna.

—¿Se puede saber a qué juegas? — me preguntó Toni con los brazos en jarras de pie en el salón.

Ignoré su pregunta y me arrodillé a sus pies. Mis manos raudas le desabrocharon el pantalón y se lo bajé a tirones.

—¿Pero qué…?

Dejó de hablar en cuanto engullí su miembro con ansia. No había sido del todo consciente de lo excitada que estaba. En cuanto conseguí que adquiriera la dureza y el tamaño adecuados lo empujé al sofá. Sin decir ni pío me despojé de los leggins y me senté encima metiéndomelo de un golpe en mi anhelante coñito.

—¡Joder, cariño! — exclamó tan asombrado como excitado mi maridito.

—Calla y fóllame.

Solo me entretuve para quitarme el top y el sujetador antes de aferrarme a sus hombros y cabalgarle como si me fuera la vida en ello.

Recuperaba el aliento con la cabeza apoyada en su hombro y su polla ablandándose todavía en mi interior. El polvo había sido increíble. Había conseguido correrme dos veces antes de que Toni me llenara con su semilla. El sexo entre nosotros siempre era bueno, no tenía ninguna queja, pero esta vez había sido mejor, más excitante, más apasionado. Ahora acariciaba mi pelo con ternura.

—¿Me vas a contar ya lo que ha pasado hoy? — me preguntó sin dejar de acariciarme —. Has estado todo el partido provocando a Felipe.

—Lo sé, cariño, es que no he podido evitarlo — respondí apretándome contra él —. Aunque la culpa ha sido tuya — como buena esposa achacaba la responsabilidad a mi marido.

—¿Mía? ¿Pero qué he hecho yo?

—Es lo que no has hecho. No me has avisado de que había llegado Felipe y me ha pillado en bolas — me separé para darle un beso en los labios.

—Vale, pero eso ha sido un accidente. ¿Qué hay de todo lo demás?

—¿Lo demás? Pues no lo sé muy bien. Bueno, en realidad sí lo sé — confesé —. Sencillamente creo que me ha puesto cachonda que me viera Felipe desnuda. Luego me ha gustado provocarle. No pienses nada raro, no es que quiera nada con nadie que no seas tú, cariño. Pero ver cómo no dejaba de mirarme ha sido superior a mis fuerzas. ¿Te has dado cuenta cuando se le ha puesto dura? — le pregunté mirándole a los ojos.

—No, no me he dado cuenta. Pero dime una cosa para que me aclare — me dijo preocupado —, ¿es que no te vale conmigo?

—Que no, tonto — le sonreí para tranquilizarlo y le acaricié la mejilla—. Que yo solo te quiero a ti, pero es que no he podido evitar jugar un poco, perdóname si te ha molestado — al tiempo que me explicaba empezaba a mover mis caderas —. Si me lo pides no vuelvo a hacerlo, pero te confieso que me ha puesto muy cachonda y, total, salvo el accidente del principio tampoco es que haya hecho nada malo.

—Ya, pero…

El balanceo en su regazo empezaba a dar frutos y sentía cómo la polla de Toni, aún dentro de mí, despertaba.

—Luego terminamos de hablar, pero ahora fóllame otra vez — pedí levantándome y apoyándome en el sillón de al lado ofreciéndole mi retaguardia meneando el culito.

—¿Sigues cachonda? — se le había ...