Matrimonio exhibicionista. 1 de 2 - Relatos Eróticos

Matrimonio exhibicionista. 1 de 2

... puesto una sonrisa arrogante —. Al final me van a gustar tus jueguecitos, jajaja.

Se levantó y agarrando mis caderas me dio otro orgasmo fabuloso. Me aparté antes de que tuviera tiempo de correrse y lo llevé a la ducha donde me folló por última vez después de que lo animara innecesariamente con una estupenda mamada.

—Entonces — estábamos acostados uno al lado del otro boca arriba y Toni insistía en aclarar las cosas —, déjame que resuma lo que pasa a ver si lo he entendido. Te has dado cuenta de que te pone cachonda que te miren, en el fondo te ha gustado que Felipe te haya visto en pelotas. Así que aunque al principio te has cortado luego te has dedicado a provocarle. Y cuanto más le provocabas más cachonda te ponías. ¿Es eso?

—Lo has explicado perfectamente, cariño — asentí.

—¿Y piensas seguir haciéndolo?

—Eso depende de ti, cielo — me deslicé en la cama sobre él hasta estar entre sus brazos —. ¿Quieres darme el gusto y follarme como hoy más veces? — le lamí los labios juguetona.

—Creo que sí, Ana. La verdad es que tampoco has hecho nada malo, y si a ti te gusta a mí también. Este cuerpazo que tienes debería ser patrimonio de la humanidad, jajaja. Aunque voy a poner una condición.

—Dime, amor, lo que tú quieras — ya era mío.

—Si en algún momento pienso que esto se nos va de las manos lo dejamos de golpe. Sin discusiones.

—Me parece perfecto. Gracias, Toni.

Me junté más con mi chico y le brindé un morreo húmedo y profundo antes de quedarnos dormidos.

Al día siguiente, domingo, salimos a comer con unos amigos, Elisa y Lolo. Ella era amiga mía de toda la vida y se casaron el mismo año que nosotros. Decidida a desarrollar mi nueva faceta exhibicionista para la ocasión me puse una faldita corta que mostraba mis tonificadas piernas y una camiseta ceñida. Sin sujetador. El caso es que mis pechos eran, sin ser enormes, sensiblemente más grandes que la media, y atrajeron la atención del marido de mi amiga durante toda la comida. Por suerte ésta no se lo tomó a mal, me conocía y sabía que mi matrimonio con Toni era sólido, pero la pillé dándole un par de collejas a su chico disimuladamente, creo que más divertida que enfadada.

Cuando volvimos a casa mi libido estaba tan acelerada que en la misma entrada me lancé a por la polla de mi maridito y no paré hasta que degusté su semen en mi garganta. Luego fue tan considerado de hacerme una comidita de coño hasta que me corrí gritando. Por fin llegamos a la habitación y echamos un último polvo en la cama que terminó de quitarme la calentura.

—¿Sabes que esta cosa que te ha dado tiene sus ventajas? — me dijo acariciando mis pechos después del revolcón.

—Eso me está pareciendo, no sueles correrte dos veces seguidas — respondí dándole besitos en la cara —. ¿Será verdad que me ha parecido que te gustaba cómo me miraba Lolo?

—No es que me haya gustado, pervertida — me pellizcó el pezón juguetonamente —, es que me estaba imaginando lo que iba a pasar cuando llegáramos a ...