1. Vacaciones con la jefa 3


    Fecha: 14/05/2023, Categorías: Lesbianas Autor: Virjal, Fuente: TodoRelatos

    ... ricachones se enojen por las gotas salpicadas de su propia orina.
    
    ¿O era qué…?
    
    —Pase —dije.
    
    La muchachita caminó un poco avergonzada por verme sólo en toalla. Mis mejillas se sonrojaron cuando noté que las suyas también se acaloraban.
    
    —Puedo volver después… —dijo con timidez.
    
    Recordé el bono. Necesitaba dinero como cualquiera. Si ella era la primera en ser enviada debía cumplir para obtener el dinero prometido. No podía volver a fallar como con la azafata. Dos errores el mismo día.
    
    —Simiss Victoria te envió, entonces debes quedarte —dije. Mi corazón corría sin tregua. Todo mi cuerpo ardía. Yo nunca era la que empezaba todo. Sólo me dejaba llevar. Sólo con Verónica fui la que dio el primer paso. Fuera de ese momento, yo sólo espero a que la otra persona se sacie conmigo.
    
    —¿MissVic…? —no pudo terminar su pregunta cuando vio mi toalla caer. Ahora yo era la mujer desnuda en la habitación—Sorry, I can’t…
    
    —Oh, yes, you can.
    
    Pegué mi cuerpo al suyo. La alejé del carrito de limpieza y tomé su rostro con mis manos. Introduje mi lengua en su boca y hundí mis dedos en su cabello. Sentí su aliento, su respiración acelerada.
    
    —Madame…
    
    —Sólo disfruta —le susurré al oído mientras desabrochaba su vestido gris de empleada.
    
    Saboreé su boca. Lamí sus labios de izquierda a derecha y los penetré con mi lengua. En cuanto aparté el vestido mis labios bajaron por su cuello hasta llegar a sus pechos. Aún tenía el brasier. Era un sencillo sujetador beige, algo nada sexy en condiciones normales, pero en este momento me pareció morboso. No había previsto coger aquel día, y Victoria y yo llegamos a alterar su rutina.
    
    —Bonito —dije mientras se lo desabrochaba—. Bonitas —agregué cuando le quité aquella prenda poco estética. Sus tetas no eran especialmente grandes. Las mías eran más grandes, pero lo especial no es el tamaño, ¿o sí?
    
    Se las besé y escuché un par de resoplidos. Luego le succioné su pezón izquierdo. Soltó un gritito y hundió sus dedos en mi cabello.
    
    —Por favor, señorita… no puedo…
    
    Mis manos subieron por sus muslos, ahora desnudos, hasta su cadera. Las subí y bajé un par de veces. Quería que supiera lo que se siente pertenecer a alguien, aunque fuera por unos minutos. Sus gemidos me provocaban una aceleración en mi ritmo cardiaco y un aumento de humedad en mi entrepierna.
    
    —Dime con honestidad que me detenga y lo haré. Si no, seguiré con esto —le dije al oído y con la punta de mis dedos en el borde de sus braguitas aburridas.
    
    Ella miró mis manos y luego a mis ojos. Tenía la respiración agitada. Duró unos dos segundos dudando, antes de introducir su lengua dentro de mi boca, en una desesperada imitación de lo que yo hice antes.
    
    Bajé sus calzoncitos hasta la mitad de sus muslos. Mis dedos fueron hacia su pubis, donde una pequeña nubecilla de bello me recibió antes de dirigirme hacia abajo, hacia su humedad y la fuente de sus gruñidos.
    
    —Señorita… —dijo en español.
    
    —Amo cuando me dices señorita —dije como en ...
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