1. Alicia en el país de las maravillas


    Fecha: 25/03/2019, Categorías: Incesto Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... mujer más feliz del mundo.
    
    Entonces ya no se aguanta más. Con deseo, me atrae hacia ella y me introduce entre sus labios, ávidamente, con urgencia. Y sí que me pierdo, pero no en la luz de sus ojos, sino en la penumbra de su boca.
    
    2. La princesa.
    
    Dos semanas más tarde.
    
    Entro en la oficina.
    
    — ¿Ha preguntado alguien por mí?
    
    Cristina responde enseguida.
    
    — Ha llamado Arturo Casas, el responsable de programación de MediaPro. He enviado las facturas a Arista Comp, como me indicó, y también hay alguien esperándolo, Alicia Castillo. Seis meses en prácticas a cambio de nuestro primer concurso con Tele3, supongo que ya estará al corriente.
    
    — Sí, Jorge me informó.
    
    — Está en la sala de espera.
    
    Estoy preparando el contrato para que lo deje firmado.
    
    — Muy bien, gracias.
    
    Me encamino hacia allí. Giro al fondo del pasillo y entro en la sala de espera. Apoyada de espaldas a la puerta, con auriculares en los oídos y un chupachups en la boca, esta esa chica alta con tacones, con el pelo rojizo muy largo y unos shorts muy cortos. Se mueve despacio, balanceándose al ritmo de la música que sin duda sale de los auriculares, hasta que al final se percata de que la estoy observando.
    
    — Hola —le digo.
    
    La chica hace una mueca, me sonríe, y a continuación, se quita los auriculares y tira el chupachups a la papelera.
    
    — Hola, estoy escuchando el último de La Plazuela. Es un alucine, a mí me parecen lo más.
    
    Y me sonríe de una manera muy suya, con esos exagerados, ligeramente brillantes, humedecidos con una barra de labios con sabor y color a fresa. Tiene un pequeño lunar en la mejilla. Me sorprende haberme fijado, por lo general no me detengo en esos detalles, pero esa chica me atrae como un imán.
    
    Entonces sigo bajando, miro la camiseta de los Rolling, blanca con una gran lengua roja en el centro, y luego esos shorts tan cortos, esa cremallera subida con esfuerzo hasta el botón, casi a punto de estallar, y los bolsillos un poco más largos asomando por debajo, subrayando lo cortos que son los pantalones. Me detengo demasiado en esa entrepierna, en esas costuras, en esa parte del vaquero algo deshilachada.
    
    — ¿Te gustan? Los compré en Lefties la semana pasada.
    
    Y la veo allí, mirándome sonriente, sin ninguna malicia, deseable como nunca habría imaginado que pudiera resultarme una chica tan joven, con las manos metidas en los bolsillos de atrás y levantando ligeramente un talón en busca de una pose traviesa que me guste más todavía, creyendo que me ha conquistado por completo. Ingenua.
    
    — ¿Eres Alberto Ruiz o Alberto García?
    
    — García.
    
    — Mejor, me gusta más. Ruiz suena a “ruin”, verdad. Pero tú me recuerdas al presidente del Gobierno, aunque pareces más simpático.
    
    — ¿Por qué?
    
    — Porque él, cada vez que dice algo, parece que te esté diciendo lo que es correcto y verdadero, lo que deberías creer.
    
    Me hace gracia, pero la verdad es que no sé cómo quitarle la razón.
    
    — ¿Vamos a mi despacho?
    
    — ¡Ay, no, qué rollo! ...
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