1. Alicia en el país de las maravillas


    Fecha: 25/03/2019, Categorías: Incesto Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... aspecto bonachón y simpático, decide salvarme.
    
    — Habitación 202, segundo piso.
    
    Quisiera preguntarle por qué cree que sabe a donde voy. ¿Y si hubiera querido reservar una habitación, o preguntar cualquier cosa? Pero no me conviene decir nada, sólo…
    
    — Gracias.
    
    Mientras me marcho, el amable hombre esboza una sonrisa, y luego suspira. Asiente con la cabeza. Siente envidia por Eva, por esos años ya pasados, mejores incluso para él. Y es que algunas cosas son mágicas porque se han producido en un determinado momento o lugar.
    
    Subo por la escalera. 202. Me paro y llamo.
    
    — ¿Traen el champán? —pregunta divertida desde dentro.
    
    — No exactamente. Abre, anda.
    
    — Hola, entra.
    
    Nos saludamos con dos besos en las mejillas. Camina tranquila, igualmente altiva que en el avión, pero más delicada. Es otra mujer, hasta lleva suelto su largo cabello rizado.
    
    — Bromas aparte, si te apetece beber algo, pido que lo suban…
    
    — Sí, una cerveza.
    
    — De eso hay en la nevera —dice con desdén, y señala una pequeña nevera en la esquina opuesta.
    
    Voy a cogerla y, cuando me vuelvo, ya está sentada en el sofá. Tiene los brazos abiertos: uno apoyado sobre el brazo del sillón y el otro sobre las piernas, juntas y medio estiradas.
    
    — Estoy agotada. He ido a hacer unas compras.
    
    — ¿Y cómo ha ido?
    
    — Bien. He comprado un traje de chaqueta muy bonito de un azul especial. Azul especial, así lo he llamado.
    
    — ¿No será azul espacial?
    
    Espabilada de repente, me sonríe vivaz y se sienta más erguida.
    
    — ¿Quieres ver cómo me queda?
    
    Así es ella, complaciente y divertida. Me mira ahora de un modo más intenso, con una extraña malicia. Intenta alardear, quizá de su hipotética elegancia. No, se trata de un desafío.
    
    — Por supuesto —acepto.
    
    Se incorpora y coge una gran bolsa de papel. Me mira, enarca una ceja y se aleja divertida. Y en el último momento intuyo qué era lo que esperaba que le preguntase.
    
    — Pero, ¿adónde vas?
    
    — Al baño. ¿Qué te has creído?
    
    Los dos sonreímos. Ella aún más que yo.
    
    Cierra la puerta con una última sonrisa que significa: “Enseguida estaré de vuelta”. Acabo la cerveza apenas a tiempo. Aquí está Eva.
    
    — ¿Cómo me sienta?
    
    Me quedo pasmado. En vez del traje chaqueta que había comentado, lleva un camisón transparente resbalándole como una ola sobre el cuerpo, casi creo oír el mar. No es azul especial, como ha dicho ella, sino azul polvazo. También se ha peinado. Incluso la sonrisa, no sé, ha cambiado.
    
    — ¿Guapa? —pregunta.
    
    — Mucho…, pero ahora quisiera ver el traje.
    
    Se ríe. Y está ahí, bronceada, con los ojos oscuros, el cabello recogido, una boca carnosa y una sonrisa preciosa, con los dientes blancos, perfectos. El camisón deja apreciar sus esbeltos hombros. Debe de hacer deporte, tiene unos brazos fuertes, de arquera. Me mira con aplomo. Después cambia de expresión y se acerca con porte profesional. Ha vuelto la azafata.
    
    — ¿Es usted quien ha llamado? ¿Qué desea?
    
    No se me ocurre ninguna broma. ...
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