1. Alicia en el país de las maravillas


    Fecha: 25/03/2019, Categorías: Incesto Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... chica que está ordenando las camisas de una barra repleta de perchas.
    
    — Al final de este pasillo, a la izquierda.
    
    — Gracias —y luego se vuelve hacia mí— ¿Vienes?
    
    Evidentemente, la sigo, exactamente hasta una cortina azul algo raída.
    
    — Sujeta estos, por favor —me dice, y cuando los observo pienso que los bóxer que llevo puestos en ese mismo momento cubren más que esos shorts.
    
    Me quedo a este lado de la cortina, en el pasillo de probadores, y mientras ella desciende con rapidez de esa especie de zancos, una señora me lanza una mirada despectiva que casi logra golpearme, casi. Me salva una de las sandalias al salir rodando por debajo de la cortina. Así, sin el pie de la muchacha, se ve consumida, gastada, hasta un poco sucia y con las tiras algo deshilachadas. Un instante después, su dueña abre la cortina.
    
    — ¿Qué tal estoy?
    
    Ahora es más baja, sin los tacones incluso parece más niña, y da una vuelta sobre sí misma, bailarina descalza de una caja de música sin música, que muestra con orgullo todo lo que tiene para mostrar.
    
    — ¿Te gustan? Me quedan mejor que los otros, ¿verdad?
    
    — Sí, creo que sí —contesto, pero entonces me giro hacia la señora de antes y le pido su opinión— Yo no entiendo, ¿a usted que le parece?
    
    — Qué poca vergüenza… —refunfuña.
    
    Entonces vuelvo la cabeza hacia mi acompañante, y traduzco las palabras del sarmiento reseco.
    
    — Quiere decir que te quedan de maravilla, querida.
    
    Alicia me mira sin entender qué ocurre, luego se vuelve un instante hacia la mujer, vuelve a mirarme a mí y compone una mueca traviesa. Entonces me arrebata los shorts de las manos, y remata a la pobre mujer.
    
    — Eres un amor —y me premia con un besito cuyo sabor a fresa todavía no he olvidado.
    
    Alicia desaparece veloz tras la cortina azul, dejándome alelado, pero no por ese beso fugaz, sino porque no ha cerrado bien. Me pierdo en el espejo que está a su espalda y que enmarca perfectamente su trasero y la escasa porción visible de su braguita tanga.
    
    Entonces la pelirroja se vuelve y, al descubrirme, abre la boca. Luego sonríe y, en absoluto molesta, deja la cortina tal como está y sigue vistiéndose. Yo hago como si estuviese acostumbrado a algo así, como si fuese un hecho normal en vez de algo que rara vez ocurre.
    
    Alicia se muerde el labio, se esfuerza por acabar de ponerse esos shorts y, después de rebotar un poco sobre sus pies descalzos y tirar de las trabillas para subirlos algo más arriba, lo consigue. Está satisfecha, sube la corta cremallera y los abotona. Entonces abre del todo.
    
    — ¿Lo ves?, estos sí que me quedan bien.
    
    Yo no puedo hacer otra cosa más que asentir y observar esos pantaloncitos a punto de reventar, casi del todo fundidos con todas sus posibles redondeces. A continuación, Alicia se pone nuevamente los suyos, se sube en sus sandalias y sale del probador, pero entonces deja las prendas sobre un gran montón, una auténtica macedonia de ropa.
    
    — Menudo rollo. De estos me gusta mucho el color, pero ...
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