1. Alicia en el país de las maravillas


    Fecha: 25/03/2019, Categorías: Incesto Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... un crep? —añade, acto seguido.
    
    — No sé…
    
    — Venga, yo te invito.
    
    Se detiene de repente delante de la barra exterior de un gran bar, la cafetería San Carlos.
    
    — ¡Hola! Un crep de moras y nata para mí, y para el señor… —Alicia se vuelve hacia mí— Mira, hay un montón de sabores. Seguro que alguno te apetece.
    
    — De chocolate, gracias.
    
    — Qué aburrido —comenta Alicia, decepcionada. Entonces se dirige al chico pakistaní que está preparando la fina tortita— Échale también un poco de requesón y sal. ¡Hoy va a probar algo nuevo!
    
    Y el joven pakistaní sonríe, mostrando unos grandes dientes blancos, divertido, mirándome para saber qué debe hacer. Permanezco impasible, pero una vez más acabo cediendo.
    
    — Está bien, prepáralo como ha dicho.
    
    Como es natural, no la dejo pagar y proseguimos nuestro paseo con el crep hábilmente plegado en un envase de cartón, comiendo de pie, manchándonos y riendo.
    
    — ¿Has visto qué bueno está? ¿A que es fantástico? Dime la verdad, ¿habías probado algo así?
    
    — No, tienes razón: está riquísimo.
    
    — Me alegro de que te guste, ¡porque me lo acabo de inventar! ¡Chocolate con requesón, quién lo iba a decir!
    
    Ella ríe, y yo entonces pienso en como nos empecinamos con las cosas clásicas, con mantener nuestras costumbres, sobre todo a partir de cierta edad. En cambio, para Alicia, una joven alegre y extrovertida, probar sabores nuevos es lo más bonito del mundo. Como el sabor del helado de vainilla y málaga virgen, el de cookies y el de caramelo a la sal, o sea, de sabores que no tienen nada que ver. Como ella y yo. Y seguimos caminando mientras nos reímos de los novios de su madre, haciéndola ver que he claudicado por completo a su jovialidad.
    
    — Yo como helado todo el año. ¡Y nada de vasito! ¡Así! —afirma, abriendo la mano cuanto puede— Lo bueno del helado es que chorree al lamerlo —y se tapa la boca como abochornada por lo que acaba de decir, pero enseguida se echa a reír— ¡Ay, sí, tienes que ver esta tienda! ¡Vamos!
    
    Tras zamparse el último pedazo de crep, Alicia tira el envase en una papelera cercana y se limpia las manos en la parte de atrás de sus shorts. Me coge de la mano para arrastrarme al interior de Stradivarius, y casi no tengo tiempo de arrojar yo también el envase de mi crep en la papelera e ir tras ella.
    
    — Mira qué locura.
    
    Me fijo en lo fascinante que es esa tienda, llena de chicos y chicas mirando Camisetas, blusas y vaqueros, espléndidamente decorada con objetos de arte, banderas arco iris, incluso jarrones con flores y música moderna sonando a todo volumen. Hay camisetas con textos y lisas, camisas de cuadros, de rayas, sin cuello, con el cuello enorme, y muchísimos shorts, a montones, literalmente. Alicia agarra unos.
    
    — ¡Este es el color que quería! Tengo un top con el que irá genial.
    
    Entonces Alicia mira la talla en la etiqueta, enorme en esos pantaloncitos deslavados, y ante la duda, coge también otros más oscuros.
    
    — Perdona, ¿dónde están los probadores? —pregunta a una ...
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