1. Alicia en el país de las maravillas


    Fecha: 25/03/2019, Categorías: Incesto Autor: AlbertoXL, Fuente: TodoRelatos

    ... ligereza que tanto había criticado en ese maduro escritor de la novela de Joel Dicker y que, una noche, incluso fue motivo de una discusión con mi socio.
    
    — A pesar de lo joven que es, —argumenté— si Nola no tuviese unos valores y una educación adecuada, el escritor no se habría enamorado de ella.
    
    — Tal vez porque a ti no te ha pasado —había respondido Jorge con una sonrisa.
    
    — Ningún hombre empieza una relación como esa. Fue ella quien le recomendó el libro y le invitó a darle luego su opinión.
    
    — Hasta un hombre como tú podría enamorarse de una chica tan maravillosa —afirmó entonces mi socio.
    
    — Jamás —respondí.
    
    Pero me niego a rememorar mis palabras, ni siquiera deseo acordarme de que había quedado esa tarde con Jaime en el gimnasio para intercambiar unos golpes. Sólo tengo ojos para Alicia, de manera que incluso apago el teléfono.
    
    — Perdona, pero… ¿Sigues viviendo con Rosario?
    
    — ¡No, que va! Mamá y yo nos llevábamos fatal. Ni siquiera me dejaba poner la música alta. Así que he convencido a mi padre para que me echase una mano y ahora vivo en el centro. Si quieres, pasamos luego y te enseño mi casa. Es un ático cerca de Colón, pero muy pequeño, eh. No te equivoques.
    
    — Sí, claro, seguro que es precioso.
    
    Y antes de llegar al primer semáforo y sentir los grandes pechos de la muchacha aplastarse contra mi espalda, ya he renegado de aquel “Jamás”.
    
    Camino por Gran Vía como si fuera un chaval, un turista, un hombre que llevaba mucho tiempo sin hacer algo así. Me siento ligero entre la gente, entre los aromas, entre las charlas de las terrazas, entre las frases que intercambian un repartidor y un turista japonés. La muchacha, radiante, también camina como la azafata de un avión, dando saltitos.
    
    — ¡Me encanta la Gran Vía! —comenta Alicia como si acabara de llegar al país de las maravillas— O sea, hay unas tiendas espectaculares. Ven, vamos por aquí, es un atajo.
    
    No digo nada, sigo en silencio el contagioso entusiasmo de esa jovencita, mirada, admirada y deseada con esos provocativos shorts y con toda su deslumbrante juventud. Hay una película o dos que hablan de todo esto. Lolita es el clásico, pero yo estaba pensando en otra. El protagonista es un cínico especulador que de repente se da cuenta del placer de caminar descalzo sobre la hierba, de apagar el móvil y de perderse en la risa de Julia Roberts. En Pretty Woman, Richard Gere es un poderoso hombre de negocios; y ella, una prostituta. Pero el amor es ciego, va mucho más allá.
    
    Sí, yo también soy un hombre de negocios, un productor de televisión para ser más preciso. Y ella, bueno, ella… La miro. Camina a mi lado con esas sandalias que la hacen crecer, con las manos dentro de los pequeños bolsillos de los shorts, con ese recogido de cabellos cobrizos y ese pecho tan pronunciado y comprimido bajo la camiseta. Alicia se vuelve y sonríe mascando chicle.
    
    — ¿Te lo estás pasando bien?
    
    Julia Roberts, en aquella película, también mascaba chicle.
    
    — ¿Te apetece ...
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