1. En pandemia (5)


    Fecha: 02/08/2019, Categorías: Incesto Autor: holandes errante, Fuente: TodoRelatos

    ... cama, boca arriba e invitó a su madre a montarlo. Invitación que Alba aceptó con gusto, subiéndose sobre cuerpo de su hijo, agarrando su polla ya dura del todo y sentándose sobre ella. Gimió al empalarse con aquella dura barra que abría las paredes de su coño lanzando destellos de placer por todo su cuerpo.
    
    Luis se quedó un par de minutos disfrutando del excitante espectáculo que se desarrollaba ante sus ojos. Su amigo, agarrando a la bella madura por las caderas, ayudándola a subir y bajar por su enhiesta verga. El rostro de la mujer, reflejando el placer que sentía al sentirse penetrada de aquella manera.
    
    Alba se echó hacia adelante, apoyando su pecho contra el pecho de Antonio y comenzaron a besarse con pasión. Las manos de Antonio fueron de las caderas de su madre hasta sus nalgas, las cuales acarició primero con dulzura y luego con saña, separándoselas y permitiendo que Luis viera como su polla entraba y salía del coño de la mujer y, justo encima, un tentador y rosado anito.
    
    -¿A qué esperas para follártela, Luis? ¿A una invitación del Papa?
    
    -Uf, tío. Va a ser mi primer culito.
    
    -Pues disfrútalo. Vamos a llenarla bien de polla.
    
    A través de los ojos de su madre Antonio supo cuando Luis apoyó la punta de su polla contra el culo de su madre. Supo a través de sus ojos y de su boca cuando Antonio empezó a empujar y a clavarle la verga. Y supo, a través de sus ojos, de su boca y de cómo apretó la mandíbula, cuando toda la polla de su amigo estuvo enterrada dentro de su madre.
    
    Los primeros momentos de la doble penetración fueron un desastre. Ambos muchachos eran inexpertos en esas lides y no encontraban el ritmo adecuado. Pero poco a poco fueron acompasándose, sincronizándose. El acople entre ambas pollas fue directamente proporcional al aumento de los gemidos de placer de la mujer.
    
    Cuando la polla de Luis era enterrada a fondo por la puerta trasera, la de Antonio casi salía del todo del acogedor coño materno. Y cuando Antonio empujaba y la clavaba hasta el fondo, la de Luis salía. Por el camino ambas pollas se frotaban, separadas solo apenas por unas capas de piel.
    
    Si con una dura polla follándola Alba gozaba hasta lo indecible, al sentir no una sino dos hacía que el placer se multiplicara. No tardó en empezar a correrse y encadenar un orgasmo tras otro, cada cual más intenso que el anterior, hasta que en un estallido final y un grito asfixiado por la boca de su hijo la hizo casi perder el sentido.
    
    Mantuvo la suficiente conciencia para, a lo lejos, oír a los dos muchachos gemir, notar las dos pollas palpitar al unísono y ambas, enterradas a fondo en su respectiva cueva, convulsionarse y vomitar su hirviente lava, llenándola.
    
    Ahora sí, Alba cerró los ojos y su mente se fundió a negro.
    
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    Alba abrió los ojos. Al principio no sabía en donde estaba. Ni cuando tiempo había pasado. Poco a poco los recuerdos volvieron a su cabeza. La giró y se encontró con la mirada de su hijo, que acostado a su lado, la miraba con ...