Alberto - Relatos Eróticos

Alberto

... sacándolo despacio y a un ritmo acompasado mientras ella estiraba y abría más sus piernas, gimiendo, dejándose llevar por Alberto, que ahora metía y sacaba dos dedos sin ninguna dificultad.

Su índice y corazón entraban y salían casi solos del sexo caliente y húmedo de Laura mientras con el pulgar jugaba en su parte superior, buscando con éxito el clítoris que se hinchaba a cada segundo, a cada gemido, a cada sinuosa penetración de los hábiles dedos - tres ya dios mío, pensó Laura casi llorando de placer, tengo ya tres dedos suyos dentro - en su cada vez más y más caliente y húmedo sexo, empezando un ritmo cada vez más frenético y rápido sin dejar que salgan del todo, sin dejar que su pulgar abandonara su hábil manipulación, sin parar hasta que, estirándose cuan larga era en el interior del coche, apretando sus muslos fuertemente para mantener fija la mano hábil de ese joven entre sus piernas, con tres dedos dentro de ella y un cuarto en su botón del placer, Laura soltó un gran gemido corriéndose - oh dios mío, pensaba agradecida, que placer más maravilloso - en la mano del joven dejándola empapada.

Notaba el asiento mojado bajo ella debido a su copiosa corrida que había salido de su interior al sacar Alberto su mano de las profundidades de su sexo poco después de haber llegado al orgasmo. Cuando Laura separó las piernas temblando vio la mancha en el asiento ruborizada. Aquello era algo que la estaba causando hasta vergüenza. Jamás había sentido tanto placer. ¿Cómo era posible?

- Fóllame… - susurró mientras aún tenía esa hábil mano entre sus piernas pero ya fuera de su intimidad – Te lo ruego, te lo imploro… por favor, por lo que más quieras… - se giró para mirarle. Estaba jadeando, sudando y deseando tenerle dentro de ella – fóllame.

- No, aun no. En tu casa. – dijo Alberto.

Sonriendo, mirándola, se llevó los dedos húmedos del placer de ella a la boca y los chupó. Aquello, no supo porque, la excitó sobremanera y se mordió el labio.

- Por el amor de dios…. – gimió excitada – Te necesito entre mis piernas ya.

Sonriendo, Alberto arranco el coche y salió de donde estaban aparcados.

- Y yo necesito estar ahí, - dijo el joven mirándola y notando la polla tan hinchada y dura que empezaba a dolerle.

- ¿Tienes…?

- ¿Condón? – preguntó mirándola. – Siempre llevo dos.

Y Laura sonrió aliviada.

04:25

Aparcó en el garaje de Laura dejándolo junto a su Renault. No en vano tenía dos plazas de garaje y una de ellas estaría ya libre, pues Víctor se había llevado su Audi.

Se miraron unos segundos y se lanzaron en busca de un nuevo beso; al hacerlo, la mano de él se deslizó a sus pechos apretando por encima de la tela del vestido y del sujetador. Laura gimió mientras notaba sus pezones ponerse duros.

- Para… para por dios o tendré que follarte aquí mismo – dijo la mujer separándose. Resopló y, girándose, abrió la puerta saliendo del coche. Al hacerlo, de pie junto a la puerta, miró su ropa interior ahí tirada, en el suelo ...