Alberto - Relatos Eróticos

Alberto

... Coca-Cola… sin nada. – Dijo sonriendo – he venido en coche y soy fiel al eslogan de Stevie Wonder.

Laura se sorprendió doblemente. Primero por la responsabilidad de ese joven, y después por el hecho de que conociera la campaña de tráfico de mediados de los ochenta. Ella tendría entonces once o doce como mucho, y sin duda los padres de Alberto podrían ser más o menos de esa edad, quizás algo más mayores, pues ella fue precoz en eso de casarse al quedarse embarazada de Mónica con casi diecinueve años.

- ¿Conduces? – le dijo dándole el vaso con hielo y la coca-cola tras pedirlos.

Alberto asintió mientras vertía el refresco en el vaso. Al lado de ambos, Marta reía con los dos amigos de Alberto. Laura se fijó en que eran más jóvenes que él. Se les notaba aun acné en la cara, no tenían el más mínimo asomo de barba o bigote y puede que ninguno tuviera la edad legal para beber lo que estaban tomando, pero eso era algo que hoy en día parecía no importar a muchos de los dueños de los locales.

- ¿Te importa que te haga una pregunta indiscreta? - preguntó a Alberto mientras daba otro sorbo a su copa.

El chico asintió sonriendo.

- ¿Qué años tenéis?

- Mis amigos dieciocho recientitos, yo veinte.

Laura sonrió. Veinte. Uno más que Mo. Le sonrió sin saber muy bien por qué. Quizás el alcohol empezara a pasarla factura, o quizás había algo en él, algo más que el siempre hecho que era guapo. No era el típico adolescente que se cuidaba, no era el típico chico que te giras al verle por la calle tras fijarte en lo bien que estaba, pero era guapo, y mucho, así que se acercó hacia él sonriéndole.

- Pues pareces más mayor. – dijo tocándole el brazo coqueta, como una adolescente o una buscona – Pero no lo veas como una ofensa, si no como un cumplido.

Alberto sonrió.

- En absoluto.

>> ¿Te parecería una grosería preguntarte…?

- Treinta y ocho. – dijo sonriente y acercándose un poco más - Aunque cumpliré treinta y nueve en junio.

Estaba borracha, se dijo a sí misma, estaba claro; pero a la vez era plenamente consciente de todo. ¿Acaso no había salido a sacar un clavo con otro?

- ¿Te incomoda?

Alberto sonrió con autosuficiencia y la cogió de la cintura atrayéndola hacia él con una descarada osadía. Laura era una mujer muy atractiva, realmente guapa. Morena, de melena corta, ojos marrones, ni muy delgada, ni muy gorda, normal, se diría, pero era guapa, se conservaba bastante bien, y no aparentaba tener casi cuarenta años.

- No. – Dijo sonriéndola y acariciando levemente la barbilla con el borde de su vaso de coca-cola sola sin nada - ¿Y a ti mi edad?

Laura, sintiendo el frio del vaso en su barbilla, sonrió. Esos ojos negros la taladraban el cerebro. ¿Acaso va a besarle? ¿Es así como se hace ahora, así de rápido, así aquí te pillo aquí te mato? Se separó un segundo, divertida, y le miró fijamente. Demonios, mil y un demonios, pensó sorprendida y agradecida. Ese chico la gustaba.

- Déjame que lo piense con otra copa. – Dijo ...