Hermanos con derecho a roce - Relatos Eróticos

Hermanos con derecho a roce

... estaba muy húmeda y su pene totalmente erecto, estábamos preparados para consumar nuestro amor, para cometer incesto. Nos seguimos besando un rato más, tocándonos por todas partes. Nuestros cuerpos ardían.

- Hazlo, Gael.

- Esto lo va a cambiar todo para siempre.

- No tiene por qué, podemos seguir con nuestras vidas.

- Aina, después de hacerte el amor ya no podré separarme de ti.

- Eso era justo lo que quería oír.

Mi hermano se quitó los calzoncillos y retiró mis braguitas con mucho cuidado. Antes de recuperar su posición sobre mí, ascendió cubriendo de besos mis pantorrillas y mis muslos, hasta posar sus labios en mi entrepierna. Degustó el néctar de mi excitación sexual y volvió a unir nuestras partes íntimas.

El siguiente paso fue el mejor momento de mi vida. La verga de mi hermano entró en mí con la misma sutileza que siempre había imaginado. Era grande y gruesa, hizo que me estremeciera con el simple contacto. Cada centímetro de carne que penetraba en mi vagina fue recibido con gemidos de puro placer.

Comenzó con embestidas muy sutiles que pusieron el romanticismo por las nubes. Solo se escuchaban nuestros jadeos y el ruido que hacía su miembro al adentrarse en mi empapada profundidad. Gael no dejó de besarme en ningún momento. Devoraba mi boca y después descendía hasta mi cuello para desatar mi locura. Yo empujaba desde debajo, queriendo tener dentro hasta el último milímetro de su habilidoso sexo.

Entre suspiros, gemidos y jadeos, Gael me dijo por primera vez que me quería. Le respondí que yo a él también. Después de ese momento tan especial y emotivo, mi hermano aceleró los empellones hasta que ambos llegamos a un orgasmo casi simultáneo. Él hizo un intento de sacarla para eyacular fuera, pero en ese instante de éxtasis sexual, lo único que quería era sentir su semen caliente dentro de mí.

- ¿Qué va a pasar ahora, Gael?

- No sé qué vamos a hacer con Diana o con nuestras madres, pero no quiero separarme más de ti.

- ¿Crees que podremos seguir viéndonos?

- ¿Por qué no? Ahora tenemos una casa que es de los dos.

Continuará...