1. Hermanos con derecho a roce


    Fecha: 26/07/2019, Categorías: Incesto Autor: VictoriaSG, Fuente: TodoRelatos

    ... que entráramos a recoger sus cosas.
    
    Gael y yo quedamos muy impactados, tristes por haber permitido que falleciera solo. Nunca fue el mejor padre del mundo, pero luchó por mantenernos a su lado cuando éramos pequeños. Entramos en el piso con el corazón encogido, demasiados recuerdos volvían de golpe a nuestras cabezas. Me dolía mucho que se cumpliera eso de que que solo te das cuenta de lo que tienes cuando lo pierdes.
    
    - Mira, Aina, mantenía nuestras habitaciones intactas.
    
    - Aquí era donde nos medía todos los meses.
    
    - Tú eras mucho más alta que yo.
    
    - Hasta que diste el estirón.
    
    - ¿Te importa si me llevo esta foto?
    
    - No, para nada. Ahí debíamos tener unos doce años.
    
    - Creo que ese fue el fin de semana que nos besamos por primera vez.
    
    - ¿Todavía lo recuerdas?
    
    - Eso es imposible de olvidar.
    
    - ¿Y lo echas de menos?
    
    - Aina...
    
    - Respóndeme, por favor.
    
    - Sí, claro que lo añoro. Pero tú decidiste que se terminara.
    
    - Yo había había crecido y tú seguías pareciendo un niño, Gael.
    
    - Estaba loco por ti y tú le dabas a otros los besos que descubrimos juntos.
    
    - Tus besos no se los he dado a nadie, los sigo guardando para ti.
    
    Estábamos en la que fue la habitación de Gael, nuestro refugio durante tanto tiempo. Dos lágrimas surcaron su cara. Puede que fueran de pena o de la emoción de recordar nuestro amor prohibido, pero aproveché la ocasión para darle el primero de todos los besos que había guardado durante tantos años.
    
    Volver a juntar nuestros labios fue como tocar el cielo. Gael permaneció inmóvil mientras le besaba, hasta que no pudo aguantar más y me agarró por la cintura, dando intensidad a lo que estaba siendo un beso de película. La ternura de nuestros besos recordaba tiempos pretéritos, pero pronto nos dejamos llevar por la pasión.
    
    Por extraño que parezca, hasta ese día no nos habíamos visto desnudos. Volvimos a juntar las lenguas como en el pasado, pero poniendo en práctica lo aprendido durante esos años. Eso incluía el ir desvistiéndonos el uno al otro, descubriendo zonas de nuestros cuerpos que hicieron que la temperatura se disparara. Lo tenía bien pegado a mí y era obvio que el bulto de su entrepierna no era el mismo de cuando éramos adolescentes.
    
    Seguramente él pensó lo mismo cuando sus manos se toparon con mis pechos por primera vez. O cuando se los llevó a la boca. Estábamos estirados sobre la que fue su cama, que parecía más pequeña, aunque éramos nosotros los que habíamos crecido. Así fue como recorrió el camino que le llevó de los labios hasta mis tetas.
    
    Gael estaba tumbado sobre mí, no podía evitar mover las caderas, haciendo que nuestros sexos cubiertos se frotaran, mostrando las ganas que se tenían. Yo le acariciaba el pelo mientras él seguía lamiendo mis duros pezones, poniéndose al día, poco a poco, de todo lo que nos quedó por hacer.
    
    Tras quitarnos los pantalones, ya solo la ropa interior nos separaba del momento con el que tanto había fantaseado durante años. Mi vagina ...