1. De este agua no beberé...


    Fecha: 18/12/2022, Categorías: Lesbianas Autor: Rosa de los vientos, Fuente: TodoRelatos

    ... espalda, acto seguido es el tacto de sus manos la que comienza a esparcirla con una parsimonia sospechosa; al contrario de cómo lo he hecho yo, ella mueve sus manos de forma suave y sensual, llegando por los laterales hasta rozar el nacimiento de los pechos, después, se detiene en la parte baja de la espalda, para posteriormente meter el bañador en el culo como si fuera una tanga brasileña. Vuelvo a sentir otro chorro fresco caer esta vez sobre los muslos y sus manos comienzan a amasarlos.
    
    Varias veces estoy a punto de levantarme porque la forma de dar la crema no es la más adecuada, sobre todo cuando sin querer queriendo se introduce por la parte interna del muslo y uno de sus dedos llega a rozar el coño. No soy lesbiana, nunca lo he sido, siempre me han atraído los chicos y creo que es una de las pocas cosas que tengo claras, pero en ese momento, mi cuñadita atrevida estaba empezando a ponerme cachonda… aunque por supuesto, eso es algo que nunca tengo pensado reconocer.
    
    La mañana de playa termina y con ella el estado de ansiedad nerviosa en el que había empezado a instalarme. Llego al apartamento con la firme intención de no quedarme otro día a solas con María, creo que mi cuñada tiene más peligro que Espinete por detrás. Aunque reconozco que durante el camino de vuelta y el resto del día no he pensado en otra cosa, es mejor poner espacio de por medio ente las dos.
    
    Esa noche mi amorcito se queda sin mojar y al día siguiente pregunta si voy a volver a ir a la playa con su hermana…
    
    —¿Vas a volver a la playa con María o te quedaras hoy en la piscina?
    
    —Creo que no, hoy me quedaré en la piscina
    
    —Pues parece que ha dicho que quería hacer snorkel contigo, además ha ido a comprarte unas gafas al chino de la esquina.
    
    En ese momento aparece María cargada con gafas, aletas, tubos y una sonrisa de oreja a oreja dibujada en su rostro. Cuando se planta delante con cara de: “ha costado un poco pero ya estoy aquí”, me da pena dejarla tirada después de haber comprado todos aquellos artilugios y no tengo más remedio que aceptar un nuevo día de playa a su lado, así que, aunque de mala gana, agacho las orejas y comienzo a recoger mis cosas.
    
    —¿No querías venir?—parece entender mi lenguaje corporal.
    
    —No, no es eso… solo que me da mucho corte lo de las playas nudistas.
    
    —Ah, si es por eso, no te preocupes, hoy iremos a una cala en la que hay mucha menos gente.
    
    — ¿No quieres venir con nosotras a la playa Carlos? —le digo al capullo de su hermano poniendo cara de pena.
    
    —Hoy me viene fatal, además, si vais a Santa Cristina aún está más lejos y no me apetece andar. Id vosotras y así os conocéis mejor.
    
    Pienso que como siga teniendo que ocuparme de mi cuñada me esperan unas vacaciones de mierda. Esta nueva cala a la que quiere llevarme, está un poco más alejada que la otra, y tal y como ha dicho Carlos, se llama Santa Cristina y por lo visto, al tener que pagar por aparcar, hay mucha menos gente y por lo tanto es más ...
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