1. De este agua no beberé...


    Fecha: 18/12/2022, Categorías: Lesbianas Autor: Rosa de los vientos, Fuente: TodoRelatos

    ... posesivos, ahora sus dedos me follan casi con violencia.
    
    Calor, tengo calor… quiero gemir, gritar, jadear como una perra en celo, pero no puedo, cada embate de sus dedos es un impulso que tengo que silenciar. La humedad de mi deseo brota y se derrama a través del muslo interno, forma pequeños riachuelos que resbalan por la piel. Abro la boca intentando recuperar el aire. Cada vez que se clava cierro los ojos, mi cuerpo se estremece, se arquea, da un nuevo paso hacia el no retorno.
    
    —Córrete ya, lo estas deseando.
    
    Estoy entregada a ella; el trasero se abomba y sus dedos me empalan sin respiro. En el silencio de la noche brota un grito de placer que no puedo silenciar, un gemido ahogado que anuncia la llegada del clímax; me derramo, el orgasmo me sobreviene como un exquisito tormento, muero de gusto y varios espasmos se propagan como si estuvieran apuñalándome.
    
    Cuando todo ha pasado, después de tocar el techo del cielo con las manos, apoyo el torso sobre la encimera mientras recupero el aliento. Vuelvo a la realidad y miro hacia la puerta; tengo miedo de encontrármelos a todos allí juzgándome con sus miradas inquisitivas, el botón del pánico se enciende cuando pienso que han podido escuchar.
    
    María, mi cuñada pervertidora de chicas decentes se inclina y susurra al oído:
    
    —Levanta. ¿No querrás dejarme otra vez con las ganas?
    
    Me incorporo, doy media vuelta para situarme frente a ella. Somos casi de la misma altura y nuestros labios quedan muy cerca, tan juntos que los alientos se funden en uno solo. Ella coge mis manos por las muñecas, las introduce bajo la camiseta del pijama, advierto su cálida desnudez bajo la ropa y las guía hasta sus senos… los siento bajo las yemas de las manos: son breves, tienen la redondez y la forma adolescente y sus pezones puntiagudos, coronan duros y desafiantes.
    
    Las manos los abrigan, pero no se mueven, es la primera vez que tengo los pechos de otra mujer bajo mis manos y me siento indecisa, asustada, completamente sobrepasada por la situación
    
    —¿No dices que te gustan? Tócame…
    
    Miro inquieta en dirección a la puerta de entrada con miedo a que alguien pudiera aparecer, después, la observo a ella: en su mirada puede adivinarse el descaro juvenil, la determinación y la seguridad de saberse deseada. Acaricio sus senos, las estrujo con suavidad y ella emite un respingo. Pellizco uno de los pezones, después el otro, es entonces cuando me doy cuenta que uno está atravesado por un piercing que aún no había visto. María se quita la camiseta para enseñarme… es un piercing de acero con forma de corazón rodeado de cristales de circonio.
    
    — ¿Te gusta el piercing?
    
    —No lo había visto…
    
    —Eso es porque no te fijas en mí…
    
    Ella está en frente, desnuda, esperando. Es adictivo mirarla cuando la fiebre del deseo inyecta sus ojos. Su cuerpo parece haberse vuelto más voluptuoso. Sus pezones están siempre endurecidos, como si se hallaran en un constante estado de excitación erótica. María posa sus manos en mi ...
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