1. De este agua no beberé...


    Fecha: 18/12/2022, Categorías: Lesbianas Autor: Rosa de los vientos, Fuente: TodoRelatos

    ... después mis dedos están plantados en aquel sexo palpitante que emana calor, la humedad se impregna en las falanges y el olor a sudor y pecado llena mis fosas nasales.
    
    —Para, no… vale ya María… —intento dar a las palabras un aire de seguridad que por supuesto no tengo.
    
    —Sabes que estás deseando… lo sabes…
    
    —Para, por favor María, ya vale, nos van a ver —de nuevo intento dar a mis palabras un aire de falsa seguridad; como si ella fuera una chiquilla que hace una trastada y yo la adulta que la reprende con paciencia.
    
    Noto el contraste de temperatura de sus manos moviéndose con libertad bajo la camiseta, suben hasta los senos y los agarra uno con cada mano; los abarca, los abriga para después presionarlos… ¡Dios! Nunca nadie me había tocado así las tetas, están tan sensibles que tengo ganas de gritar. Los pezones duros como pitones se filtran entre sus dedos. Siento un pellizco y grito. Ella ríe y tapa la boca con la otra mano.
    
    —Calla loca… —murmura entre risas.
    
    —Vale ya María, no sigas —pero el resuello de la respiración no acompaña a mis palabras.
    
    Estamos las dos en la cocina, cualquiera que entrara podría ver lo que estaba pasando, y sin embargo, le da lo mismo. Se encuentra a mi espalda. Noto su agitada respiración al oído, sus manos recorren los contornos suaves y desnudos bajo el pijama. Siento un escalofrío cuando su boca se cierne sobre el cuello, se clava como una vampiresa y la piel reacciona erizándose
    
    —María, nos van a ver… —a pesar de me mis palabras no lo han hecho, sabe que ya he firmado la rendición.
    
    Lo está deseando y no se hace esperar, tira con determinación del pantalón del pijama y la fuerza de la gravedad hace el resto. Una de sus manos, no sé cuál de ellas, acaricia el muslo interno y se cuela entre los muslos; las piernas tiemblan al sentir de nuevo su invasión.
    
    — ¡Joder! Dices que no, pero estás chorreando; vas a dejar un charco en la cocina.
    
    —Vale María no sigas…
    
    Palabras de súplica que lejos de aplacar su deseo la excitan. Se mueve en círculos merodeando un clítoris hinchado a punto de caramelo, su otra mano se recrea con una de las tetas y la magrea como si el permiso para hacerlo estuviera a punto de expirar. Noto como las piernas tiemblan y tengo que apoyarme en la repisa del lavabo. María lo interpreta como un “al ataque” y hunde sus dedos en mi acalorada vagina por detrás. Yo siento su invasión y jadeo, quiero gritar, pero no puedo, de nuevo intento acallar todo lo que sale mi boca. ¡Dios! Otra vez tengo que ser una cortesana impávida.
    
    —Dime cuñada, ¿te gusta cómo te follo?
    
    Al principio su mano se mueve despacio, bombea de forma pausada y suave, siento como entran y mi vagina los recibe, después, guiados por el hambre de sexo, aumenta en cadencia e intensidad: uno…, dos…, tres…, cuatro… la presión de los dedos se abre paso a través de las paredes vaginales que ceden a su empuje y chapotean en sus jugos. Cada vez sus movimientos son más rápidos, más intensos, más y más secos y ...
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