1. Orgasmos Turbios [6]


    Fecha: 23/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: CVelarde, Fuente: TodoRelatos

    ... Pepe, a secas. Y en segundo, ¿por qué hace rato dijo que yo estuve en coma? ¿Qué hago en mi cuarto y dónde pitos está Thelma?
    
    La mujer suspiró, frunció los labios como si se los hubiesen cogido con una pinza para la ropa y respondió:
    
    —Respecto a sus preguntas médicas, señor Fernández, mucho me temo que será el médico quien lo ponga en antecedentes. Yo no estoy autorizada para ello. Y con respecto a sus preguntas personales… me temo que tampoco estoy autorizada para responderle nada.
    
    ¿A qué mierdas se debía todo ese puto hermetismo? ¿Es que de verdad estaba en una película de terror?
    
    —¿Y dónde está el médico? —le pregunté.
    
    —No tarda en llegar.
    
    —Entonces, si de todos modos él me dará un diagnóstico, ¿qué le cuesta adelantarme los datos? Deje de jugar con mi paciencia y dígamelo usted, ¿por qué mierdas estoy aquí? ¿Dónde está mi esposa?
    
    La mujer resopló. Desechó una aguja en un contenedor de RPBI y, haciendo alarde a su desdén, puso su pesado dorso de tamalera sobre mi frente y me contestó:
    
    —Yo solo soy la enfermera, y no estoy facultada para decirle nada.
    
    A buena hora se hacía la indócil.
    
    —¿Tuve un accidente? —quise saber lo que me resultaba obvio—, ¿cómo es eso de que estuve en coma? ¿Cuántos días estuve sin conocimiento?
    
    Pero como todas las mujeres, la enfermera Eloína se mostró intransigente y cumplió su amenaza de mantener el pico cerrado hasta que un doctor blanquísimo de apariencia vampírica apareció en mi cuarto y comenzó a realizarme unos estudios físicos.
    
    —Bien, bien. ¿Cómo se siente, señor José Luis Fernández? —me preguntó el tipo que, a diferencia de la gorda, mantenía una sonrisa castrosa, como si fuese un maniquí que estaba destinado a mostrarse feliz.
    
    —Como alguien que estuvo en coma no sé cuánto tiempo, y al que no le quieren revelar la razón de tal estado. Y por favor, doctor, sólo dígame Pepe.
    
    ¿Qué manía era esa de llamarme «señor Fernández» como si fuésemos parte de un protocolo de estado? Yo era un constructor, un albañil, no un político o un cabrón burgués.
    
    Y así estuvimos un buen rato con esa clase de preguntas y respuestas de médico-paciente que me pusieron de malas.
    
    —¿Me dirá ya qué mierdas me pasó, o también se va hacer pendejo como la tal Eloína?
    
    —¡Por Dios, señor Fernández! —se escandalizó Eloína, que estaba al lado del médico, haciendo las anotaciones que éste le indicaba—, ¿qué es esa falta de respeto hacia el doctor y hacia mí?
    
    El doctor vampiro me observó con cuidado, con sus dientes blancos resplandecientes. Echó una risita siniestra y le hizo saber a Eloína que no pasaba nada, por el contrario, se compadeció de mí y me respondió:
    
    —Tuviste un accidente muy fuerte, Pepe. Automovilístico, ¿lo recuerdas? Es una suerte que te tengamos entre nosotros.
    
    ¿Un accidente automovilístico yo? Bah.
    
    —Si me acordara no se lo estuviera preguntando —contesté perdiendo la paciencia.
    
    El doctor vampiro supervisó el aparato que había sobre mi cama y respondió:
    
    —Pues lo ...
«1...345...9»