1. Madre e hija, de tal astilla, tal palo


    Fecha: 24/07/2019, Categorías: Incesto Autor: Schuko, Fuente: TodoRelatos

    ... otras matronas del convite, no hacía más que desnudarla con la mirada. Aunque trataba de disimular, para Eugenia no pasó desapercibida la actitud tan poco familiar y tan depredadora de su tío. De modo que, en un momento dado, se hizo la encontradiza y, pasando entre las mesas, frotó descaradamente con su culo el paquete del hombre. Aquello sorprendió al viejo e hizo resucitar su pajarito, aletargado por la opípara comida y el alcohol. Marcos, se quedó con la cara de vicio que le lanzó su sobrinita, mientras susurraba «¡Uy, perdona tío! Es que esto está muy estrecho…». Más tarde, cuando empezaron los bailesagarrados la invitó a bailar, con la complacencia de todos. ¿Quién iba a sospechar de un inocente baile entre el tío Marcos y su sobrinita preferida? Incluso la tía Rosa, su mujer, sonrió complacida de que el gordo de su esposo se apartase de la mesa donde no paraba de zampar y beber para moverse un poco.
    
    Allí, a media luz, rodeados del resto de parejas, tío y sobrina empezaron a bailar con bastante inocencia, hasta que la pequeña guarrilla, dejó caer la cabeza sobre el hombro del tío y se apretó para que el viejo notase sus tetas. Éste reaccionó al instante al tiempo que su gruesa tranca se endurecía. Aquella semana no se había follado a su secretaria, su amante habitual, y la dosis de viagra que tomaba regularmente todavía no había tenido salida. Tenía previsto ir después del banquete, tras dejar a su mujer en casa, a un puti club de carretera del que era cliente asiduo a que le hicieran una mamada, «pero, bueno», pensó mientras se refregaba con más fuerza con la putilla, «quizá me pueda ahorrar la pasta».
    
    Eugenia, no pudo ocultar cierta sorpresa al notar que la polla del viejo, de considerables dimensiones, como en breve descubriría, se hacía notar a través de la tela del pantalón y de su fino vestido. Esperaba una reacción, pero no tan directa. Levantó la vista y miró al tío Marcos con carita inocente:
    
    —¿Tío, esto es…?
    
    —Sí, perdona, hija, me sabe mal, pero es que…—comenzó a disculparse el viejo.
    
    —No, no, tío —le cortó ella—. Si me encanta.
    
    El viejo sátiro no pudo evitar esbozar una sonrisa de oreja a oreja. La penumbra de la sala y la aglomeración de parejas favorecía la situación, por lo que, el viejo dejó de cortarse y bajó la mano disimuladamente para empezar a palpar el firme culo de su sobrina. Esta se dejó querer. Se apretó aún más y aprovechó en algún momento la oscuridad para dar un húmedo besito en el cuello del tío. Por desgracia, el periodo de las lentas duró muy poco y pronto se volvieron a encender las luces. Volvió el reguetón y la marcha. Pero, mientras se separaba de su sobrina, tratando de disimular su erección, Marcos recibió una alegría al oír cómo le decía Eugenia:
    
    —Tito, tengo las llaves del coche de mis padres… Está en el parking, al final del todo, debajo de los árboles. En una zona oscura…
    
    El viejo abrió los ojos como platos y no tardó ni un segundo en responder:
    
    —En cinco minutos estoy ...
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