1. Madre e hija, de tal astilla, tal palo


    Fecha: 24/07/2019, Categorías: Incesto Autor: Schuko, Fuente: TodoRelatos

    ... polla se me puso como una piedra. Me acerqué a contemplar de cerca tan idílica escena. Desde arriba, observé alucinado aquella jamona madura a cuatro patas, con la cara con un gesto extraño, entre asustada y gozosa, y a la guarrilla de la hija, lamiendo alborozada el ojete materno, perfectamente depilado, tal y como les había ordenado, mientras con su manita libre pajeaba a su madre.
    
    «Esto promete», pensé, al tiempo que, con el rabo en ristre, me acerqué a la tímida cara de la puerca de Dolores que, roja como un tomate, la mantenía agachada, tapada por el pelo que caía sobre su jeta (había ido a la peluquería, ¡qué detalle!) y tremendamente avergonzada de lo que estaba pasando y, sobre todo, de lo que estaba sintiendo. Porque, no nos engañemos, se estaba poniendo cachonda como jamás en su vida habría imaginado. Y ponerse de aquella manera cuando tu propia hija es la que te está haciendo un beso negro mientras te pajea y un sinvergüenza como yo, se planta con la polla tiesa, con ese olorcillo a macho, a dos centímetros de tu cara, al tiempo que notas como tu coño empieza a chorrear como una fuente…
    
    En fin, que se sintió culpable y humillada. Pero tan solo hasta que con el capullo le rocé la nariz. Después, sin poder evitarlo, levantó la vista y, con los ojos brillantes, casi llorosos, le dio primero un besito a mi rabo, para, a continuación, empezar a chuparlo. Al principio con muchas dudas y torpeza, aunque me sorprendió cómo no tardó ni tres minutos en ir pillándole el truco a comerme la polla. Empezó a coger vuelo, demostrando su habilidad como chupa pollas, soltando abundantes babas que caían sobre las baldosas de la habitación, controlando las arcadas cada vez mejor.
    
    De vez en cuando levantaba la vista para ver si lo estaba haciendo correctamente. Pensé en poner una cara severa y empezar a follarle la cara a lo bruto, para humillarla un poquito, pero, viendo cómo se esforzaba la buena mujer y la metamorfosis que había padecido la criatura, pasando de abnegada ama de casa a putilla del cabrón que se follaba a su hija (decir novio sería embellecer demasiado nuestra relación), decidí acariciarle las mejillas para animarla, lo que ella aceptó con un amago de sonrisa bastante ridículo, todavía con la polla en la boca. Decidí premiarla y, sacándole un momento el rabo, me agaché para escupirle en la boca abierta. Algo que la buena mujer no se esperaba, pensando que pretendía darle un beso. Le pilló por sorpresa, pero tuvo una buena reacción. Se tragó el salivazo y, tras sonreír como una estúpida, volvió a comerme la tranca cada vez con más ritmo, mientras su amada hija empezaba a meterle primero un dedito y luego dos en el ojete para ir dilatando el agujerito, preparándolo para la traca final que iba a ser el momento en el que penetrara su apretado ojal.
    
    La pobre mujer ponía caras raras al notar los dedos intrusos de su hijita perforando la puerta trasera. Pero se fue acostumbrando y a los pocos minutos ya entraban con bastante ritmo ...
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