1. Daniela


    Fecha: 22/07/2019, Categorías: Confesiones Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos

    ... conocido político que ha sido ministro y ha desempeñado distintos cargos en la Administración pública. Ambas me la presentan en el piso en el que siempre quedo con Matilde. Es evidente que sus amigas le hacen la pelota, ella es consciente y se la ve satisfecha. Me mira —al igual que debe hacer con todos aquellos a los que no conoce o considera que están por debajo de ella— con gesto altanero, orgullosa, pagada de sí misma, y puede tener motivos, es una mujer bastante guapa, elegante, social y económicamente muy poderosa. Al verme hace una mueca parecida a una sonrisa, como si pensara algo así como:
    
    no está mal el chaval, igual me vale.
    
    Tras tomar café enfrascadas en una charla insustancial y sin que yo abra la boca, las dos amigas animan a Encarna a que me
    
    conozca
    
    , eso es lo que le dicen, y ella no se hace de rogar, se dirige al dormitorio principal tras hacerme un leve gesto de que le siga, eso sí, sin quitar de su rostro esa expresión de disgusto y distanciamiento que mantiene todo el rato —según Dani, es una de esas mujeres que arrugan la nariz porque todo les huele a mierda— pero que también me parece esconde que está salida como yegua en celo. Deja a propósito la puerta bastante entreabierta, se desnuda lentamente de espaldas a mí, hasta que se muestra por completo, luciendo como si fuera casualmente un atractivo cuerpo fuerte y musculado, sin apenas tetas, pero sí con largos gruesos pezones marrones muy oscuros, un bonito culo pequeño, redondeado y levemente alargado como un albaricoque, alto y duro, de aspecto masculino, y piernas muy largas y torneadas. Su sexo está completamente rasurado —creo que es la primera mujer que conozco que lo lleve así habitualmente— se sienta en una esquina de la cama y me pide que me quite la ropa, lo que hago rápidamente.
    
    —
    
    Acércate, ven
    
    Es lo único que dice, de manera autoritaria, tras mirar fijamente mi polla, ya bastante
    
    empalmada,
    
    y abrir sus oscuros grandes ojos como platos. También saca la lengua y abre su boca, lugar en donde meto la polla tal y como me señala para empezar un lento y profundo
    
    metisaca
    
    mientras con una de sus manos manosea mi culo, apretándolo, deslizando los dedos por la raja arriba y abajo, haciendo intención de penetrarlo levemente, mientras que desde el primer momento con la otra mano se toca el clítoris, con prisas y una cierta rudeza.
    
    Durante todo el tiempo la puerta del dormitorio está abierta casi del todo, con Matilde y Pilar de espectadoras, sin perderse detalle, haciéndose notar para satisfacción de Encarna, quien lanza alguna que otra mirada hacia ellas. Ha acompasado el movimiento adelante-atrás de su cabeza al que yo hago con mi pelvis para manejar la polla, respirando con fuerza, aleteando los orificios de la nariz, metiendo ruido de succión, goteando parte de las muchas babas que segrega que le pringan el pecho y los muslos, mostrando una pinta de guarra en su rostro que me satisface ver. Como no sé qué debo hacer con las manos, ...
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