Laura y Carolina: Primera cita - Relatos Eróticos

Laura y Carolina: Primera cita

... intenso —murmuró para si misma, extasiada.

Cerró los ojos para concentrarse en las sensaciones. Deslizó la yema de sus dedos explorando la entrada y sintió un escalofrío al notar sus jugos tibios empapando la zona. Sin poder resistir más, introdujo dos dedos en su interior, sintiendo las paredes vaginales palpitar y contraerse ansiosas en torno a ellos.

—Sí... si —gimió en voz baja.

Comenzó a bombear en un ritmo lento pero firme, estimulando ese punto tan sensible dentro de ella que la hacía estremecer. Con la otra mano presionaba y masajeaba su clítoris hinchado. Oleadas de placer comenzaron a recorrerla y tuvo que morderse el labio para acallar los jadeos.

Aceleró los movimientos de sus dedos al sentir el ansiado orgasmo aproximarse. Su espalda se arqueó y sus caderas se movían solas, buscando maximizar las sensaciones. Cuando al fin llegó el clímax, tuvo que hundir la cara en una almohada para amortiguar el gemido gutural.

Continuas ráfagas de puro éxtasis la inundaron mientras su sexo se contraía espasmódicamente en torno a sus dedos. Se dejó arrastrar por esa intensa marea de sensaciones, con la imagen y los gemidos de Laura aún frescos en su memoria.

Ahora era ella la que necesitaba unos instantes para recobrar el aliento, antes de volver a buscar el cuerpo de su amante.

Laura, ya recuperada, tomó con dulzura la cabeza de Carolina y como si fuera una niña, la acunó sobre sus pechos, acariciando suavemente sus cabellos rizados.

Carolina podía oír los latidos del corazón de Laura, un compás relajante que la tranquilizaba. Se abrazó más a ella en un gesto de entrega y depositó un tierno beso sobre uno de sus senos.

—Me tienes hechizada, Laura —susurró.

—Shhhh ya somos dos —respondió ella.

Lo que ambas anhelaban ahora eran caricias serenas, una conexión más allá de la pasión desbordada de momentos antes. Sus cuerpos buscaban fundirse, pero esta vez en un ritmo lento, sin prisa. Laura delineaba con las yemas de sus dedos la espalda de Carolina, trazando suavemente círculos y espirales sobre su piel. Esta dejaba escapar suaves suspiros, erizada por las cosquillas de ese roce gentil.

Entrelazaron sus piernas en un abrazo completo, sintiendo el calor reconfortante de la piel ajena. Los dedos de Carolina ascendieron desde la cintura de Laura hasta sus hombros, acariciando cada rincón del camino.

Sus bocas volvieron a buscarse en besos lánguidos, sin la urgencia voraz de antes, tomándose tiempo para saborear cada centímetro de los labios y lenguas en una danza pausada pero profunda.

Se fueron rindiendo poco a poco al sopor, aún unidas en un enredo de extremidades. Sus respiraciones acompasadas, los corazones latiendo al unísono. No necesitaban más palabras, el lenguaje de sus cuerpos lo expresaba todo.

Acurrucadas desnudas bajo las sábanas, Carolina rompió el silencio tras un buen rato:

—Y bien, ¿qué te ha parecido esta nueva experiencia? —preguntó con una mirada lasciva, deslizando su mano hasta ...