Laura y Carolina: Primera cita - Relatos Eróticos

Laura y Carolina: Primera cita

Hacía semanas que Laura no podía sacarse de la cabeza a la atractiva pelirroja que conoció en el gimnasio. Al principio pensó que la atracción que sentía por Carolina, quince años menor que ella, era pasajera, solo la emoción por algo nuevo y tal vez prohibido. Después de todo, Laura nunca se había sentido atraída por una mujer en sus 33 años de vida.

Pero los constantes coqueteos descarados de la joven, sus miradas cargadas de deseo y los "accidentales" roces sensuales durante sus entrenamientos, fueron despertando en Laura un anhelo que ya no podía negar. Una tensión sexual que amenazaba con desbordarse.

Ya no se trataba de simple curiosidad o morbo por lo desconocido. Cuando estaba cerca de Carolina sus sentidos se agudizaban, notaba como todo su cuerpo reaccionaba ante la más mínima insinuación. Era una atracción física abrumadora, que ponía patas arriba todo lo que Laura creía saber de sí misma.

Tenía miedo de dar el paso, pero a la vez estaba cada día más obsesionada con descubrir el sabor de esos carnosos labios, acariciar esa piel pecosa y comprobar si la realidad estaría a la altura de sus fantasías más íntimas con la pelirroja.

Los días siguientes a que finalmente aceptara tener una cita con ella habían sido una deliciosa tortura para Laura, con la imagen de Carolina gravada a fuego en su mente.

Había estado distraída toda la semana, pensando en como cada sensual curva de su cuerpo prometía horas de ardiente pasión desenfrenada.

Esos rizos de fuego enmarcando un rostro de facciones angelicales, tan contrastado con ese brillo pícaro en su mirada que delataba su indómito carácter.

Las pequeñas pecas salpicando su nariz respingona y sus tersas mejillas, sutiles recordatorios de una adolescencia recién dejada atrás que no hacían sino avivar las llamas del deseo en Laura.

Su energía juvenil desbordante…

En realidad, todo en ella era como un vendaval de lujuria lista para arrasar con la meticulosa vida de Laura. Y aún así, anhelaba sentir la suavidad de esa piel pecosa contra la suya, comprobar si era tan tersa como en sus ensoñaciones.

Tras compartir una cena llena de miradas cómplices y sutiles roces por debajo de la mesa, Laura sintió que no podía más. Necesitaba saciar de una vez la atracción y curiosidad que sentía por Carolina desde el primer día.

Apenas un mes atrás, ni siquiera se había planteado que pudieran gustarle las mujeres. Recordó la fuerte conexión que sintió con la pelirroja desde el primer día, cómo no podía apartar la vista de su escultural cuerpo mientras hacían abdominales. Luego, la química instantánea al conversar en la ducha y los vestuarios.

Ahora, en su primera cita con esa voluptuosa lolita de 18 años -y tal vez gracias al desinhibidor efecto del vino-, se habia armándo de valor y la había invitado a subir a su apartamento con la clara intención de intimar.

Y evidentemente, Carolina, con una sonrisa pícara, aceptó al instante. A pesar de todos sus años de relaciones ...