Laura y Carolina: Primera cita - Relatos Eróticos

Laura y Carolina: Primera cita

... heterosexuales, con esta pecosa pelirroja todo fluía de forma natural, sin malentendidos, prejuicios ni tabúes.

Casi como en trance, se vio a sí misma caminando del brazo de la joven hacia su apartamento, después de una cita cargada de tensión sexual. Sabía lo que iba a pasar al cruzar esa puerta y parte de ella seguía sin creerlo. Pero la atracción que ejercía sobre ella era como un imán imposible de resistir.

En ese momento no importaban las dudas ni el qué dirán. Sólo existían sus cuerpos reclamándose el uno al otro. Laura se dejó llevar por el deseo arrollador, preparada para vivir intensamente esa noche.

Ya en el ascensor, no pudieron resistirse a empezar a magrearse y besarse apasionadamente, convencidas de que a esas horas estaban a salvo de miradas indiscretas.

Las manos de Laura exploraron bajo la blusa de Carolina, acariciando sus pechos con suavidad y determinación. Carolina respondió apretando el cuerpo de Laura contra el suyo, sus labios recorriéndole el cuello con devoción. La pasión era tan desbordante que no conocía espera.

De repente, las puertas del ascensor se abrieron al llegar a su planta y ante ellas apareció un señor mayor con bata y zapatillas esperando para bajar con un par de bolsas de basura. Las chicas se separaron sobresaltadas e intentaron fingir normalidad, arreglándose la ropa.

—Ho..hola Pablo buenas noches, ¿qué tal? —dijo Laura totalmente sonrojada. El vecino balbuceó un escueto saludo, igual de incómodo.

En cuanto salieron del ascensor, Laura y Carolina estallaron en risas nerviosas. Seguían magreándose y besándose apasionadamente, haciendo que a Laura le costara horrores intentar meter la llave en la cerradura.

Entre los besos furtivos y las manos de Carolina apretando su trasero, Laura tardó varios intentos en acertar a introducir la llave, provocando más carcajadas cómplices entre ambas.

—Espera, espera, que no soy capaz de abrir —decía Laura entre risas, mientras Carolina no cesaba de besarle el cuello y deslizar las manos bajo su blusa.

Finalmente consiguió girar la llave y abrir la puerta, entrando las dos a trompicones sin dejar de reír y tocarse. Ya dentro, cerraron de un portazo y su pasión desbordada las llevó rápidamente al dormitorio para continuar desatando su lujuria.

Desesperadas por sentir sus cuerpos desnudos, se arrancaron la ropa la una a la otra con urgencia, tirando las prendas al suelo sin miramientos. Quedaron sólo en ropa interior, respirando agitadamente.

Se tumbaron en la cama y sus bocas se unieron en ardientes besos, mientras sus manos recorrían con avidez los pechos y torso de la otra. Sus lenguas luchaban por dominar, en una danza húmeda y frenética.

Laura masajeaba los senos de Carolina por encima del sujetador, pellizcando sus pezones. La pelirroja gemía en su boca y se restregaba contra su muslo buscando fricción. Estaban tan excitadas que sus cuerpos ardían.

En un arrebato, Carolina desabrochó el sujetador de Laura, liberando sus pechos. ...