1. Terapia de grupo 10


    Fecha: 22/03/2019, Categorías: Grandes Relatos, Autor: ant5cont, Fuente: TodoRelatos

    ... sepas que no te va a delatar si lo cogen. Una vez lo tengas vendido, pasamos el pago por el mismo procedimiento: te señalo un sitio y yo lo recojo. Nadie podrá vincularte. La policía nunca actuaría así, permitiendo poner en circulación la mercancía o con un sistema que no te involucre. Si tienes alguna sospecha, cortas, aunque eso me suponga a mí perder un envío.
    
    Esta vez el tipo ya no se ríe. Al revés, se ha quedado muy serio. Acerca su cara a la de la mujer hasta casi poder tocarse la punta de la nariz. Carmen puede notar su aliento y aquellos dos ojos que parecen de plástico, transparentes e inexpresivos pero que pinchan como cristales.
    
    - Veremos.
    
    Sólo pronuncia esa palabra, pero ella ya sabe que, al menos de momento, ha ganado la partida. La van a dejar jugar a ver qué pasa. El tema no le produce especial felicidad: ahora es cuando empieza lo peligroso. El Chivo no ha necesitado amenazarla: la ha reconocido como una igual aunque no lo haya dicho, por lo tanto ella sabe lo que se juega si da un paso en falso, no hace falta que le expliquen las reglas. Esa gente no da segundas oportunidades ni perdona traiciones.
    
    - Wey, que te deje su número de teléfono ¿cómo te llamas?
    
    - Carmen.
    
    - Está bien Carmen, vamos a ver de qué va todo esto. Procura no decepcionarme, me enfado mucho cuando alguien lo hace. Te llamaremos.
    
    Le hace un gesto al Wey que se acerca y la toma por el brazo: es la forma de indicarle que ya han terminado y que ahueque el ala de allí. Ella no se digna a mirarlo sigue con la vista fija en el Chivo pero con un aplomo enorme le dice:
    
    - No me toques, nunca. No me vuelvas a poner la mano encima, niñato.
    
    El otro la suelta inmediatamente y luego se arrepiente: tenía que haber esperado la orden del jefe que es el único a quien él obedece. Ha quedado como un pusilánime. El Chivo suelta su risita característica y ordena:
    
    - Lleva a la señora a su casa.
    
    - ¿Y esto?
    
    - Otros tres decomisos, jefe.
    
    - ¿Dónde?
    
    - En los Cipreses y en la esquina de Moyano.
    
    - Vale, buen trabajo, pasadme el informe cuando lo tengáis.
    
    Buen trabajo de mierda, parecen pensar los dos pepinillos novatos, que serán nuevos, pero no son tontos del todo. Ellos se imaginaban dando grandes golpes, pistola en mano, entrando en narcopisos y deteniendo a traficantes al estilo de American Gangster, con grandes laboratorios llenos de chicas a las que su jefe obliga a trabajar desnudas, montañas de polvo blanco y fajos de billetes encima de la mesa. Condecoraciones, palmaditas en la espalda de su superior, invitaciones a eventos… narcóticos es de los lugares donde no falta faena, donde las redadas siempre salen en el telediario y donde uno puede hacer carrera más rápido en la Policía, pero de momento, su trabajo se limita a patear esquinas y jardines, identificando a cuatro desgraciados y mirarlos a la cara mientras le decomisan lo que iba a ser la pequeña alegría de su asqueroso día a día.
    
    En fin, menos da una piedra, una felicitación de ...
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