1. Terapia de grupo 10


    Fecha: 22/03/2019, Categorías: Grandes Relatos, Autor: ant5cont, Fuente: TodoRelatos

    ... achaparrado, musculado de gimnasio y pinta de latino. El tercero está sentado tras de una mesa. Es un tipo de mediana estatura, con bigote y perilla no muy poblados que, junto con el rostro anguloso, le da un aspecto peculiar y es motivo de que le apoden el Chivo. Delgado y fibroso, de mirada fría y penetrante que contrasta con unas manos inquietas que no paran de hacer girar un encendedor Zippo plateado. Se toma su tiempo observándola: allí nadie rompe el silencio hasta que al final el Chivo da una orden.
    
    - Wey, comprueba que la señora viene limpia para que todos podamos estar más cómodos.
    
    El Wey se acerca, la toma de los brazos y se los levanta. Carmen nota como la cachea con rapidez y sin miramientos. No hay mucho que examinar porque lleva un vestido corto ajustado y una cazadora encima, no obstante, percibe como el Wey le mete la mano entre los muslos y la sube hasta tocarle el coño, asegurándose que no hay cable ni dispositivo alguno adherido su piel. Girándole la barbilla mira en sus oídos y la fuerza a abrir la boca. Después le toma el bolso, saca el móvil y lo apaga. Comprueba que no hay nada más dentro y recorre la tela palpándola buscando cualquier tacto extraño. Luego hace una señal de asentimiento.
    
    Pero el Chivo no está satisfecho, o quizás sí y quiere poner a prueba a Carmen. Hace un gesto con la mano moviendo un dedo en círculos. El Wey, que no se ha despegado de ella, le susurra al oído:
    
    - Quítate la ropa: queremos asegurarnos del todo.
    
    Carmen lo mira fijamente y luego al Chivo, que le devuelve una mirada impasible e inexpresiva. Hace como que se lo piensa un momento pero luego se quita la cazadora y deja caer el vestido. No es que hubiera previsto esa eventualidad pero ha elegido una combinación negra que la favorece. Se da cuenta que tiene cuatro pares de ojos fijos en ella y levanta un poco el pecho. Sus buenas tetas y su culo respingón acaparan la mayor parte de las miradas.
    
    - ¿Sigo o es suficiente?
    
    Ahora el Chivo por fin sonríe.
    
    - Quítatelo todo, ya sabes, tenemos que cerciorarnos.
    
    Carmen se encoge de hombros y hace como si aquello no le importara lo más mínimo. Las braguitas caen a sus pies y el sostén queda en su mano colgando. Los pezones se le empitonan por el fresco, sobresaliendo en medio de sus grandes aureolas negras. Su monte de venus, depilado y abultado atrae las miradas de los cuatro hombres. La situación tiene su morbo y ella nota ciertas vibraciones en la entrepierna, pero cuando el Wey se acerca con intención de volver a registrarla, quizá de forma más íntima, ella le da un empujón. No es momento para jugar, ya es hora de que tome el timón antes de que pierda el control de la situación. Tiene toda la atención del Chivo en ese momento y decide jugar su baza.
    
    - Dile a este marmolillo que las manos quietas. Ya nos hemos divertido todos bastante ¿no os parece? Dejémonos de gilipolleces que estamos aquí para otra cosa.
    
    Permanece de pie con todo al aire, desafiante y manteniéndole la ...
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