Terapia de grupo 10 - Relatos Eróticos

Terapia de grupo 10

... margen de beneficio tienes. No me creo que lo compres a 40 euros, mínimo te están cobrando 50 o 60, pero por veinte euros de mierda no vamos a discutir, ahí no está el quid de la cuestión.

Hace una pausa dramática. Está tranquila, manejando la voz y los tiempos. Una vez metida en el jaleo, Carmen controla el escenario y no le tiembla el pulso. Es un mensaje que su interlocutor recibe. Aquella mujer no parece inquieta, rodeada como está de un camello, dos matones y un narco patibulario.

- Lo que yo te ofrezco es puro y sin cortar, seguro que ya lo sabes porque lo has probado. Una vez lo mezcles, puedes sacar el triple de cada gramo y aún seguirá siendo más bueno que la mierda esa que me has vendido.

El Chivo vuelve a emitir esa risa de sátiro que suena un poco a gruñido de comadreja, sea como sea que se ríen las comadrejas, que Carmen no lo sabe, pero en cualquier caso, esa es la imagen que le viene a la cabeza. Se levanta y da un par de pasos rodeando la mesa. Se sienta sobre la tabla, muy cerca de ella. Pantalón y chaqueta sport a las que añade un toque choni con unas zapatillas deportivas de marca y una camiseta también deportiva. Este sí tiene pinta de narcotraficante, piensa mientras la mira de arriba a abajo y tuerce la cabeza. Carmen no sabe si es un gesto positivo o negativo, si todavía la está evaluando o simplemente hace el ademán porque ha tomado una decisión.

- Entonces, según tú ¿cuánto te debo por esos 200 gramos?

- No me debes nada, eso es un regalo de buena voluntad. Para que veas que tengo buena mercancía, para que sepas que soy seria, que cumplo y que estoy tan interesada como tú en que esto se quede aquí y nadie más lo sepa.

Definitivamente, esta mujer le gusta, piensa el Chivo. Pero que le eche coño al asunto no significa que esté todo claro. Nadie se presenta de repente con una oferta tan interesante y jugándosela a pecho descubierto (en este caso a tetas descubiertas). Y menos, una mujer que por lo que él sabe y ha podido investigar, se dedica a limpiar bares nocturnos. Carmen puede leer la duda en su cara. Tiene que hacerle una oferta, algo que no lo comprometa demasiado y que le vea un beneficio rápido y sin riesgo. No le disgusta de todo el tipo, es tan malo como puede ser cualquier otro y no le apetece en absoluto hacer un recorrido por todos los narcos de Madrid para ir dándose a conocer, así que echa el resto.

- Mira, hagamos una cosa: ponme a prueba. Entiendo que esto es sospechoso, si yo me dedicara a lo que tú tampoco haría negocios con una desconocida. Solo déjame demostrarte que no voy de farol y que esto tampoco es ninguna encerrona. Trataré con el intermediario que señales para que no te veas implicado y te adelanto las primeras entregas de producto, hasta que no esté vendido no me pagas. Yo dejo la mercancía donde tú me digas para que puedas monitorizar a ver si hay algún tipo de seguimiento. Cuando te parezca bien y estés seguro, mandas a alguien a recogerla, alguien de tu confianza que ...