1. Carita de ángel (7)


    Fecha: 15/07/2019, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... sexual. Siempre debería ir impecable ahí detrás. Debía tener cuidado con lo que comía, y, si era necesario, no debía comer nada. Y debía estar al menos cinco minutos en el bidet. Así que ahora que el tipo hunde su dedo una y otra vez en mi culo, no tengo nada que temer.
    
    Otro dedo se mete por otro de mis orificios. Tío Eduardo penetra mi sexo. Ya está lubricado de nuevo. Me siento una puta. Gimo cuando ese dedo áspero se mete hasta el fondo. El doble del tío me muerde la nalga con violencia. Tío Eduardo sigue comiéndose mi teta con fruición. Cada tanto deja de chuparla, aparentemente para sorber un trago de esa cerveza fría. Estoy preparada para recibir de nuevo el líquido en mi cuerpo. No soy una niña. Puedo tolerar eso y mucho más.
    
    —Ahora te voy a coger por todos lados —dice tío Eduardo—. Te voy a meter la pija en la garganta. Te voy a penetrar por el culo hasta que mis bolas choquen con tu orto. Te voy a hacer estallar la concha.
    
    Lo dice como si fuera una amenaza. Me da miedo, pero también me gusta. Quiero que me haga todo eso. Quiero que me destruya, que cuando termine conmigo quede exhausta y dolorida, pero también satisfecha.
    
    Me susurra, ordenándome que me ponga en cuatro sobre la colchoneta. Me guía de nuevo hasta ella. Me pongo en esa posición. Me siento una diosa, deseada por hombres prohibidos que hacen locuras con tal de poseerme. Siento un falo apoyándose en la entrada de mi ano. No sé cuál de los dos es. Dos manos se aferran en mis glúteos. Los aprietan con fuerza. Y la verga arremete. Siento que es imposible que entre. Siento que mi orificio en diminuto en comparación con ese glande que intenta hacerse lugar dentro mío. Pero él insiste, y empiezo a sentir que me voy dilatando lentamente.
    
    Otra pija se asoma. Abro la boca. Me la mete casi entera de un solo movimiento. Pero ya tengo experiencia con esas cosas. No voy a dejarme intimidar. Me concentro, para respirar por la nariz. Recibo ese miembro, complaciente. Un hilo de baba se cae lentamente de mi boca, pero sé que eso les gusta a los hombres, los erotiza verme así, como una vulgar puta.
    
    El tío Eduardo que está detrás, sea quien sea, hace un trabajo de hormiga. No se rinde. Y ese agujero que debería estar prohibido, de a poco, muy lentamente, se va abriendo como una flor. Ya siento el glande adentro. Me gusta. La parte más difícil ya pasó. No tengo que hacer mucho. Solo resistir. Ellos hacen casi todo el trabajo. Yo soy solamente un recipiente en el que se desquitarán de sus frustrantes vidas de adultos.
    
    Tío Eduardo cumple con su palabra. Siento los testículos tanto en mi mentón como en mis nalgas. Se chocan con violencia contra mí. Casi con rabia. Los oigo gemir como animales. Mi boca queda liberada la misma cantidad de tiempo que se encuentra repleta, y yo puedo respirar con facilidad y largar los gemidos que me produce esta terrible penetración anal.
    
    Sufro y disfruto en medidas iguales. Siempre es así con él. Me lleva del paraíso al infierno a cada rato, y ...
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