1. Carita de ángel (7)


    Fecha: 15/07/2019, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... trasero desnudo.
    
    —Ahora vas a sentir algo intenso en tu muslo. No tengas miedo. Dejate llevar por tus sensaciones. Entregate.
    
    —Sí —digo, lacónica.
    
    Y entonces lo siento. Y sí, es muy intenso. Un frío muy intenso. ¿Qué es? Hielo. O algo helado. Mi cuerpo se estremece. Mis tetas se bambolean y la presión de las pinzas en los pezones se intensifican. El frío se frota suavemente en mi muslo. Sube hasta la entrepierna. Toca mi sexo. Me estremezco nuevamente. Tío Eduardo se compadece (tal vez), y retira el objeto helado de mi cuerpo. Ahora entiendo que no es hielo. Parece un metal. Quizás una lata de gaseosa.
    
    El hombre desconocido, el hombre sombra, el doble del tío, se agacha. Mete la cabeza dentro de la pollera tableada, la pollera de la escuela que representa mi juventud. Me besa el culo. Un beso baboso en la nalga. Pero eso solo es un aperitivo para el sujeto. Ahora su lengua se mete obscenamente en la raja de mi culo. La lame con fruición. La lengua, babosa e intensa, se mete entre los dos cachetes y empieza a darme un fantástico beso negro. Un beso tan placentero que hizo que no me diera cuenta de que tío Eduardo me sacó la camisa. Ahora estoy en tetas. Mi falda tableada es lo único que me queda. Pero no por mucho tiempo. Tío Eduardo me la quita, interrumpiendo el beso negro del falso Eduardo, el cual, de todas formas, no tarda en volver a ensañarse con mi orto. Por lo visto es algo demasiado sabroso como para dejarlo.
    
    Y entonces escucho un ruido. Un chz muy fuerte. Es la lata. Tío Eduardo abrió la lata. Ahora libera uno de los pezones de la pinza. Eso me hace percatarme de la dolorosa y excitante presión que sigue habiendo en el otro pezón. Me agarra de la mano y me hace caminar unos metros alejada de la colchoneta.
    
    —Quedate así. No te muevas. Pase lo que pase, no te muevas.
    
    No me muevo. Me quedo quieta, parada entre esos dos hombres, mientras uno de ellos me come el culo con pasión. No sé qué edad tiene ese hombre, pero doy por sentado que es la misma que la del tío. Dos hombres maduros, los cuales, cuando tenían mi edad, yo ni siquiera había nacido. Y los dos pensaban devorarme, sin importarles que sea un pequeña colegiala. Pienso que hay algo retorcido en eso. Algo casi tan retorcido como el incesto. Pero también hay algo hermoso en eso, algo casi tan hermoso como el incesto.
    
    Y entonces lo siento. Recibo el líquido helado en mis tetas. Me encojo. El frío es tan intenso que duele. Siento olor a cerveza. Era eso. Cerveza. Y ahora tío Eduardo empieza a chuparme entre medio de las tetas, ahí donde la cerveza se desliza, para caer sobre el piso. Y entonces me chupa la teta, y libera mi otro pezón de la pinza, para masajearlo con ternura mientras chupa como si fuera un bebé.
    
    El otro tipo detuvo su intensa lamida. Probablemente se cansó la mandíbula. Siento mi culo baboseado. Y ahora siento un dedo perderse en el pequeño orificio. Tío Eduardo me lo había enseñado. Siempre debía ir preparada cuando tuviéramos un encuentro ...
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