1. Carita de ángel (7)


    Fecha: 15/07/2019, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... mentir, desesperada. Siento que mi bombacha ya se está mojando. ¿Le molestará encontrarme en ese estado? Tengo una bombacha extra en mi mochila. A lo mejor me meto en el baño, me lavo, y me pongo la bombacha limpia. Sí, eso voy a hacer.
    
    Unos dedos sudorosos se apoyan en mi pierna.
    
    Miro hacia abajo. Es el tipo anteojudo, que extendió su mano para tocarme, un poco por encima de la rodilla. Lo miro, pero aparto la mirada, avergonzada, incapaz de reaccionar. El que se sienta a su lado sigue durmiendo. Miro a todas partes, perturbada. Nadie parece prestarnos la menor atención. El tipo anteojudo lo sabe. Sabe que nadie nos mira. Sabe que me siento incómoda. ¿Pero acaso no sabe que puedo gritar y hacer un escándalo?
    
    Por lo visto no lo sabe. O quizás es otra cosa, quizás sabe que no lo voy a hacer. Sabe que soy una niña inexperta y asustadiza que, entre dos alternativas en las cuales en ambas se sentirá humillada, elegirá la más tenue. Porque esa vergüenza solo quedará entre el tipo de anteojos y yo.
    
    Entonces parece adivinar mi resignación, mi sometimiento. La mano se desliza hacia arriba. La faldita tableada se arruga y se levanta. Tengo la mochila en el piso, entre mis pies, lo que obliga a que mis piernas estén separadas, y de esa manera el anteojudo puede cometer su crimen sin problemas.
    
    La mano se frota en mi muslo. Muy cerquita de mi bombacha, de mi sexo palpitante. Mi sexo… está mojado, hinchado, ansiando la verga de tío Eduardo. Estoy caliente como una pava, y eso hace que mi cuerpo ya no reciba las caricias de ese hombre desconocido como algo repudiable. Al contario, ahora los dedos se sienten cálidos, y los masajes circulares que realiza en mi muslo incrementan mi excitación.
    
    Lo miro. Esta vez no esquiva mi mirada. Tiene su mano dentro de mi falda tableada, y yo estoy dejando que me manosee. Ya no debe considerar que tenga motivos para avergonzarse. Su mano se aventura un poco más. Ahora acaricia la vulva a través de la bombacha. Me mira sorprendido, seguramente debido a que acaba de descubrir que estoy empapada. ¿Sentirá el olor de mis flujos? Frota el dedo índice en medio de la bombacha, dibujando mi raja. Intenta correr la bombacha a un lado. Eso me parece demasiado. De todas formas, no puedo hacer nada. Continúo inmóvil, sintiendo cómo pellizca mi piel mientras intenta agarrar el elástico.
    
    El anteojudo me va a coger, pienso. Lo va a hacer con sus dedos, pero lo va a hacer. Me va a coger en ese transporte público repleto de gente. Todos serán testigos, sin saberlo, de cómo ese hombre miope y panzón se cogerá a la linda colegiala de carita angelical.
    
    —¡Parada! —grita alguien.
    
    Un pasajero. Un salvador. Se habrá dado cuenta tarde que debía bajar, y tuvo que gritar ya que no alcanzó el timbre.
    
    El hombre de anteojos retira la mano, espantado, creyendo, tal vez, que alguien descubrió sus fechorías. Acomodo mi pollera.
    
    —Igual nos bajamos todos acá, máquina —le dice otro pasajero que ya había tocado el timbre, al ...
«1234...9»