1. Carita de ángel (7)


    Fecha: 15/07/2019, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... hombre que gritó anteriormente.
    
    Y eso sucede. No se bajan todos, obviamente. Pero era el punto en donde el colectivo se descomprimía increíblemente. Aprovecho para alejarme del hombre anteojudo. Me bajo en esa misma parada. Dos paradas antes de la que debería bajarme. Pero no quería seguir estando en el mismo espacio que ese tipo.
    
    Me pregunto si acabé de serle infiel a tío Eduardo. Me digo que no, que nada que ver. Que el tipo me había tocado sin permiso. Si después lo disfruté, ya era otra cosa. Además, no tenía nada formal con el tío. Pensar en eso me produce un pinchazo frío en el corazón. Los celos resurgen. Aparto la tortuosa idea de mi cabeza.
    
    Camino las cuadras que me faltan para llegar. Otra vez habíamos metido la excusa del taller literario para encontrarnos. Papá y mamá siguen viviendo en una nube de pedos, ignorado lo que el hermano de papá hacía con su querida hija. Me daban pena.
    
    El lugar es una casa antigua que también funciona de centro cultural, igual al otro en donde le había hecho mi primera mamada. Tío Eduardo me dijo que en este íbamos a estar más cómodos, y que a esa hora no iba a haber nadie.
    
    Llego a mi destino. Toco el timbre. Alguien presionó algún botón que produce ese odioso ruido que me indica que empuje la puerta. Lo hago. Camino, ansiosa, por un pasillo oscuro. Me encuentro con un pequeño patio que tiene cuatro o cinco mesas redondas con sillas de metal a su alrededor. Quién sabe qué cursos se tomaban ahí. En el fondo, una puerta abierta me muestra otro salón en donde aparentemente se dan clases de pintura, pues hay varios atriles de madera a ala vista. A mi derecha está lo que parece una pequeña cafetería, pero que en ese momento está cerrada.
    
    Me doy cuenta de que encima de la mesa hay un sobre hecho de cartulina de color rojo, bastante llamativa. Tiene escrito algo en letra negra. “Para Brisa”. Sonrío, divertida. Abro el sobre. Tiene una hoja con un texto. “Andá a la habitación de pintura a esperar más instrucciones. Pero solo hacelo si estás dispuesta a que te de la mejor cogida que te van a dar en tu vida”, dice el papel.
    
    Siento que mis piernas tiemblan. Era obvio que íbamos a terminar cogiendo. Pero el suspenso que está generando el tío me excita tanto, que podría acabar antes de que me pusiera un dedo encima.
    
    Entro al salón de pintura. En uno de los atriles hay otro sobre rojo. “Quitate la bombacha. Y dejala colgada en este atril. Si no estás dispuesta a obedecer, volvé a tu casa. Después, vení al salón del fondo”.
    
    Me da mucha vergüenza. Pero no quiero volver a casa. Miro a todas partes, buscando un baño. Retrocedo a donde está la cafetería y lo encuentro. Me lavo como puedo, usando el agua de la piletita. Vuelvo al salón de pintura. Saco de la mochila la bombacha limpia, y la cuelgo en el atril. Me quito la bombacha manchada con mis flujos, y la meto en la mochila. Me muero de miedo ante la idea de que alguien entre y se encuentre con mi ropa interior ahí. Pero si lo hacían, al menos ...
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