La profesora de matemáticas 26 - Relatos Eróticos

La profesora de matemáticas 26

... que llevaba que le hubiera hecho follarse con rudeza el delicado culo de Carmen. Por fin venció la última resistencia y empezó a sodomizarla con mayor celeridad a cada acometida.

- Um, um, aaah, oooh.

Felipe se excitaba todavía más con los grititos de Carmen. La cual hizo un esfuerzo por complacer a su pareja y acabó con el culo dolorido. Conocía bien el grosor de la polla de Felipe y la intensidad con la que follaba. Felipe, eufórico, eyaculó copiosamente y quedó abrazado a carmen todavía jadeando. Sacó la polla y contempló satisfecho como salía un hilo de semen que se deslizaba por el muslo. Así como el agujero que le había provocado en el ano antes recogido.

Carmen se tumbó de medio lado y acarició con una dulce sonrisa a su pareja. A pesar de la incomodidad que sentía en la parte trasera. Pasados unos minutos de caricias, Felipe se sintió obligado a compensar a su mujer con otro polvo pero follándole el coño. Lo que sabía que más le gustaba a Carmen. Ésta se dejó hacer, algo aturdida y dolorida, pero disfrutando al final.

- También me gusta follarte el coño. Te voy a llenar los dos esta noche.

Finalmente también eyaculó y cansado se quedó encima de su pareja, que le acariciaba el pelo con dulzura. Se dispuso de medio lado y se entretuvo lamiendo las turgentes tetas de Carmen hasta que se quedó dormido.

Carmen despertó primero y aún sentía algo dolorido el culo. Tenía todavía la cabeza de Felipe entre sus tetas, la retiró con delicadeza y esperó paciente a que despertara.

- Buenos días, Carmen, que dos polvos echamos anoche, ¿eh? - Dijo entre somnoliento y sonriente.

- Buenos días, sí. ¿sabes por qué anoche te dejé que me dieras por el culo?

- No. - Respondió algo sorprendido por la pregunta.

- Sé que lo deseas, te gusta más que a mí. Estos días te he visto con más estrés y he pensando que te ayudaría a estar más relajado.

- Pues sí, me ha ayudado. Deberíamos hacerlo más a menudo.

- Tampoco te pases. - Respondió sonriendo. - Tu polla es demasiado grande para mi culo.

- ¿Y yo que culpa tengo de tener así la polla? Por el coño bien que te gusta…

- Se dilata más, cariño.