La profesora de matemáticas 26 - Relatos Eróticos

La profesora de matemáticas 26

Mariví tardó aún unos segundos en recomponerse y subirse el camisón. Instintivamente se llevó la mano a su coño humedecido. Negó con la cabeza. Pero no podía, como mujer, dejar de sentirse halagada por provocar ese deseo en un chico joven, guapo y vigoroso. Pero era su hijo. Pensó que debía de tener una charla seria con su hijo. No le diría nada a su marido, prefería resolver el asunto hablando que con un castigo. Además no sabría ni cómo planteárselo. Esa noche había llegado con demasiado alcohol como para tener el sexo que ella estaba deseando. Casi siempre que bebía lgo más de lo habitual le pasaba. Suspiró y se fue a despertar a su marido.

Cuando pasó al baño a ducharse, Alberto aprovechó para hacerse una paja recreándose en el momento vivido con su madre. Volvió a imaginarse que recibía una dulce mamada y le hacía el amor suavemente. Llenándole el coño de semen.

Los cuatro fueron a misa por complacer a su padre. Único día al año que tanto Alberto como Clara pisaban una iglesia. Se aburrieron bastante a pesar de lo pintoresco que les parecía la devoción por la patrona. No había ni rastro de Pepe ni de los otros chicos que habían incomodado a Clara. Salieron al vermú y comieron antes de regresar a casa. Clara y Alberto iniciaban el curso al día siguiente. Durante el viaje Alberto estuvo pensando en si contarle o no a Clara lo sucedido con su madre. Pero Clara se presentó una vez más de noche en su cuarto.

- Clarita, que mañana hay que madrugar.

- Ya lo sé. - Dijo mientras se metía entre la sábana. - Como vamos al mismo instituto me podrás proteger de chicos como los del pueblo.

- Esperemos que no. - Dijo acariciándole un muslo.

- Hoy me has tenido abandonada. - Dijo melosa.

- No ha habido ocasión. Bueno, esta mañana me has hecho una mamada.

- Ya lo sé. Pero quiero uno rapidito para ir contenta mañana al instituto. - Llevó su mano al cipote duro de su hermano – Veo que tú también quieres. - Dijo divertida.

- Ya sabes que efecto me provocas. Te voy a devolver la mamada.

Alberto retiró la sábana y levantó el camisón de Clara que se había colocado expectante en posición. Empezó a comerle con atención y suavidad el sabroso coño de su hermana, que contuvo los gemidos.

- Ay, que bien me sabes comer el coño.

La dejó cerca de correrse y entonces le introdujo hasta el fondo la polla.

- Ummmmm.

- Clara, que nos van a oír.

Inició suavemente el mete saca alternándolo con dulces besos. Poco después eyaculaba dentro de su hermana. Clara sonrió satisfecha, le limpió la polla y le dio un beso en la mejilla.

- Mañana iré a clase con tu semen. Hasta mañana. - Dijo antes de volver silenciosa a su cuarto.

Alberto suspiró satisfecho y aliviado de no haber sido requerido por su hermana. Aún no sabía si decírselo o no. Al día siguiente Clara despachó cortésmente algunas propuestas de quedar por algún compañero de clase. Quería conocerlos mejor antes de dar esa oportunidad.

- ¿Cómo te ha ido, Clara?

- Bien, - ...