1. Al hijo de la mucama: ¿Te gusta lo que ves?


    Fecha: 12/07/2019, Categorías: Voyerismo Autor: Erothic, Fuente: CuentoRelatos

    ... el epicentro de mi exhibicionismo y el voyerismo del hijo de la sirvienta. Cada mañana el chico entraba a limpiar justo después de que yo me tomara la ducha matutina. Eran minutos de oro en los que le permitía verme desnuda antes de entrar a la regadera, dejando la puerta entreabierta, siempre censurando mi cuerpo al no permitirle verme de frente, dejándolo únicamente con la imagen de mi espalda y mis nalgas.
    
    Un día decidí cerrarla, y no, no era por que quisiese censurar las mañas del muchacho, lo que sucedía era que tenía otros planes, pues esa mañana no había entrado sola a la ducha; debajo de mi toalla, llevaba escondido un dildo de plástico con base de succión, el cual empotré al azulejo del baño para podérmelo meter mientras me duchaba.
    
    Fue una buena masturbada, pero la travesura en realidad, fue dejar aquel falso pene pendiendo de la pared, y recubierto de mi eyaculación para que el chico pudiese darse una idea de lo que ahí había acontecido, cuando entrara a limpiar el baño. Quería que su imaginación volase, al visualizarme enterrándome el dildo, salpicando y aplaudiendo con mis nalgas al estamparlas contra la loseta una y otra vez en cada penetración hasta hacerme venir, tal y como lo había dejado de evidencia.
    
    ¿Te gusta lo que ves?
    
    Aquella no fue la única ocasión que me masturbé con el chico en casa. En otra ocasión, estaba aburrida porque simplemente no tenía trabajo y los pocos pendientes ya los había terminado. Recuerdo que esa mañana el chicho estaba haciendo la limpieza en la planta de arriba como todos los días, y yo estaba en mi recamara mirando mi teléfono móvil, todavía con mi traje de secretaria abnegada, que constaba de falda ceñida, blusa y saco. Debajo, vestía una lencería blanca de encajes, y unas pantimedias a medio muslo, nada sensual pero tampoco anticuada.
    
    Navegaba por internet y redes sociales, cuando me percaté que me estaba espiando. No tenía mucho margen de disimulo, porque en esa ocasión tenía mi puerta abierta de par en par, por lo que el muchacho se limitaba a pasearse por el pasillo fingiendo que barría y esas cosas.
    
    No me sorprendió, lo hacía todo el tiempo, pero eso ya comenzaba a aburrirme, el chiste había pasado de moda, y ahora quería más. Entonces quise averiguar qué tan lejos podría llegar está vez, así que me quité mis zapatos y me recosté cómodamente en la cama, comencé a acariciar mis piernas y a tocarme sensualmente, mientras el chico me miraba de reojo al pasar contoneando el trapeador, cruzando de lado a lado por la puerta de mi habitación.
    
    En una de esas pasadas, al perderse de vista, de inmediato me deshice de mi saco y mi falda, de modo que cuando pasará de vuelta me viese ahora con blusa y aquella lencería de oficina únicamente. Así lo hizo, y la escena que se presentó ante mis ojos fue muy divertida. Ver sus ojos bien abiertos intentando corroborar que su vista no le estuviese engañando, lo obligó por un momento a detenerse frente a mi puerta para mirarme con más atención y ...
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