1. Al hijo de la mucama: ¿Te gusta lo que ves?


    Fecha: 12/07/2019, Categorías: Voyerismo Autor: Erothic, Fuente: CuentoRelatos

    Llegaba a la mediana edad, mis hijos se habían mudado; mi hija, la más pequeña, se encontraba estudiando en Canadá, y su hermano mayor, se había ido a trabajar unos meses con su padre, mi exesposo, a EEUU. Por lo que la casa de mis sueños que algún día resonara con risas y gritos alegres, ahora solo reproducía un eco siniestro de silencio constante.
    
    Era una casa hermosa, pero ya comenzaba aquedarme demasiado grande, especialmente para hacerle los mantenimientos necesarios, y el aseo cotidiano comenzaba a ser un reto, particularmente cuando la carga de obligaciones de mi trabajo se tornaba demasiado hostil.
    
    Pese a que me gustaba hacer las labores en casa, a mis cuarentas y sin una familia que me motivara, pronto me orilló a contratar un ama doméstica para que me ayudase con la limpieza y la comida.
    
    La elección no fue sencilla, ya que estando sola en casa también me encontraba ciertamente vulnerable a cualquier tipo de abuso. Para mí, el perfil idóneo era encontrar a una mujer mayor que yo, que me diera mayor confianza y seguridad.
    
    Tardé un tiempo, pero por fin encontré a una mucama que cumplía con aquellas características. Era una mujer no tan mayor como tenía en mente, de hecho, era más joven que yo, sin embargo, su notable sobrepeso y mala postura le hacía parecer más decrepita.
    
    Aquella señora se habría ganado su puesto gracias a su actitud de indiferencia para cualquier otra cosa que no fuese las actividades que le había encomendado. Como peculiaridad, y motivo de este relato, la señora tenía un hijo quien se encontraba cruzando la preparatoria, tenía dieciocho años justos, según me había confesado su propia madre, pidiéndome que le permitiese dejar que su hijo estudiase en la casa, ya que sus clases eran a distancia.
    
    Sin problema accedí, no lo vi como inapropiado, por lo contrario, me pareció una garantía de que las intenciones de aquella mujer eran sinceras, y de que no tendría distracciones para desempeñar sus labores.
    
    Ojos en los muros
    
    Todo se acomodaba de forma natural, ahora ya gozaba de tiempo suficiente para hacer mi trabajo, platicar con la familia distante, e incluso con tiempo de ocio para mí misma, tiempo que utilizaba para leer, como es mi afición, o en escribir como gusto recién descubierto.
    
    Era justamente en esos momentos cuando notaba a aquel pequeño de la sirvienta ganándose la vida. Era un chico delgado, carecía de estructura muscular prominente, y su altura de un metro con setenta y ocho, lo hacía verse aún más escualo. Pero no era feo en lo absoluto, tenía el cabello castaño, su piel era blanca, y tenía un rostro todavía inocente, lindo a mi parecer.
    
    En un principio el chico se limitaba a sus tareas escolares, pero en ocasiones solía ayudar a su madre con las actividades en la casa. Yo me hacía la desentendida, pero ya le había visto haciendo el aseo por la sala, el baño y los cuartos de la segunda planta.
    
    Y no era yo la única que espiaba, bien enterada estaba de sus indiscretas miradas ...
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