1. Al hijo de la mucama: ¿Te gusta lo que ves?


    Fecha: 12/07/2019, Categorías: Voyerismo Autor: Erothic, Fuente: CuentoRelatos

    ... ¿Cómo sería?
    
    De golpe me reincorporé en un sobre salto, intentando sacudirme los pensamientos impuros de la mente. La noche había llegado, y no quedaba más que descansar para enfrentar un día más. Me quité mi vestido, mi sostén y me bajé las bragas, entonces noté lo húmedas que estaban, y entonces recordé las manchas de semen depositadas por aquel muchacho, y una maléfica idea me llegó a la mente.
    
    Lo primero que hice fue ponerme las mismas pantaletas de regreso, después apagué las luces de mi recamara y así, me tumbé sobre la cama encima de las cobijas. Entonces cerré los ojos y comencé a tocarme. Lo imaginaba a él, me imaginaba cómo se masturbaría al ver mis bragas así de húmedas como las tenía, lo que pensaría y lo que sentiría. Me imaginaba su pene eyaculando en mi ropa interior, aquel pene que tantas erecciones le había provocado yo misma.
    
    Me acariciaba mis senos imaginando ahora cómo sería hacer el amor con él, ahora lo dibujaba sobre mi cuerpo intentando penetrarme con su inexperiencia, disfrutando de mi mojada vagina madura en su pene virgen, mientras fingía que se trataba de mis dedos penetrándome una y otra vez.
    
    Hacía mucho que no me masturbaba así, y mi vagina se lubricaba más y más, empapando mis bragas ya de por sí húmedas por la natural excitación del día. Estaba tan mojada que la tela hacía sonidos al restregarse contra mis labios y mis dedos penetrándome. Sentía que me venía, me saqué los dedos y comencé a restregar mi clítoris sobre mis empapadas bragas hasta hacerme venir sobre ellas, terminándolas de mojar todavía más, tanto como fuese posible.
    
    Finalmente, me las quité y las coloqué con esmero cuidado en la esquina de mi cama, antes de meterme a las cobijas para dormir. Al día siguiente me levanté desde temprano y escribí una nota: “Puedes quedarte con estas, siempre que dejes mi ropa en paz” Decía. Entonces coloqué la nota sobre mis empapadas bragas y tras vestirme aquel blusón de delgados telares, bajé a recibir a la señora de la limpieza, asegurándome de que su hijo se dedicara a la limpieza de mi recamara para que encontrase aquella nota, y aquel regalito que le había dejado.
    
    Ojos húmedos
    
    Desde ese día, jamás volví a tener problemas con las manchas en mi ropa interior, pero en cambio, las miradas de aquel chico se habían vuelto más indiscretas. Ahora sabía que de cierta forma tenía mi consentimiento, e intentaba probar un poco más de suerte, especialmente en mi recamara, donde intentaba espiarme después de salir de bañarme, o en el mismo baño donde rogaba con desesperación por mirarme desnuda debajo de mi toalla.
    
    Yo me encontraba entre la espada y la pared. Sabía que estaba en la frontera de aquella situación, donde terminaban aquellos inocentes juegos de miradas y comenzaría a ponerse más serio el asunto. De dejarlo verme desnuda sería como una invitación a que me acosara directamente, y de no hacerlo sería terminar con todo y dejarlo de ese tamaño.
    
    Aquellas ideas me atormentaban por las mañanas, ...
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