1. Al hijo de la mucama: ¿Te gusta lo que ves?


    Fecha: 12/07/2019, Categorías: Voyerismo Autor: Erothic, Fuente: CuentoRelatos

    ... cuando me encontraba en aquellos ratos de ociosidad, especialmente en mi recamara o en la sala, en general, cualquier lugar que no fuese mi estudio donde trabajaba.
    
    Era un sentimiento extraño; no sé si se debía a la edad, pero no me desagradaban sus miradas, tampoco sé si decir que me gustaban, más bien las comprendía. A esa edad, todos comenzamos a conocer nuestra propia sexualidad. No es que lo justificase, pero me hacía sentir más atractiva. Sabía que al estarme espiando era porque algo quería ver, y si lo deseaba, era porque le gustaba.
    
    De alguna manera sabía por qué lo hacía. Más allá del morbo de espiar sin ser descubierto, notaba en su mirada un evidente interés por mi anatomía, particularmente en mis zonas erógenas femeninas, específicamente en mis grandes senos.
    
    No es por presumir, simplemente tengo las tetas grandes, nada del otro mundo, naturalmente un tanto más caídas, porque los años no pasan en vano, al igual que mis nalgas, que ya no están tan firmes como solía recordarlas a los veinte, o a los treinta. Pero aun así, me siento orgullosa de mi cuerpo, no es perfecto, pero siempre he cuidado de él, puedo decir que me siento y me veo tan bien como es naturalmente posible.
    
    Mido algo así como un metro con sesenta y cinco, soy en general delgada, aunque un par de hijos siempre pasan factura en la parta baja del abdomen. Tengo cabello un poco riso, color rubio, aunque el tono no es de nacimiento. Como lo he dicho tengo los senos grandes, lo que de hecho ayuda a acentuar un poco más mi cintura, sin llegar a ser demasiado, y aunque es mi punto fuerte, de las nalgas tampoco estoy tan mal, redonditas y de buen tamaño, no lo sé, me gusta mi cuerpo.
    
    Probada previa
    
    Todo eran juegos y diversión, solo eso, miradas. A él le gustaba espiarme y a mí me gustaba jugar con ello, nada más, simples e inocentes juegos fetichistas de un joven adolescente y una loca mujer divorciada, sin embargo, poco a poco irían incrementando aquellos sutiles atrevimientos.
    
    En un principio, tan solo me dejaba mirar al deambular en casa con mis trajes de oficina en aquellos días que debía presentarme al trabajo, o bien cuando había alguna reunión importante mediante la cámara web de la computadora. Pero con el paso del tiempo me fui atreviendo un poco más.
    
    En una ocasión, me había despertado un poco más tarde de lo normal, y justamente esa noche me había acostado con un blusón un poco trasparente, y claro, debajo no vestía más que unas bragas cómodas. Esa mañana la señora ya se encontraba haciendo sus tareas y su hijo le acompañaba como era su rutina, pues contaban con llave para entrar. En cualquier otro momento, me habría dado tiempo para vestirme adecuadamente antes de bajar a saludarles, pero ese día no me importó salir de mi dormitorio en aquel precario blusón que apenas me cubría las piernas y cuya tela delineaba mis agudos pezones casi dejando entre ver el color café claro de su aureola.
    
    Creo que fue demasiado, porque hasta pude notar el ...
«1234...10»