Los secretos de Jota: Noche intensa de verano(VII) - Relatos Eróticos

Los secretos de Jota: Noche intensa de verano(VII)

... no fomentar le pareció buena y agradable.

Varios profesores les acompañaron a su nueva aula y tras ello, les dieron una presentación en la que confirmaron - aunque ya lo sabían - que debían llevar uniforme escolar.

Las chicas sonrieron y se giraron. Jota guiñó el ojo a un par. Se había hecho con el título de malote en menos de una hora. Misión cumplida.

Cristian lo miró un rato largo hasta que soltó un “joder“ en alto, seguido de:

Todo sonrieron y alucinaron con aquel cuerpo menos Cristian, que se limitó a hacer una mueca de indiferencia.

Manu, aquel chico se llamaba Manu. Y si Juan hubiera estado aquel verano con ellos, sabrían quién era ese chico.

Hijo del ministro de economía, Manu era un chico pijo, inteligente con personalidad y bastante guapo. Pelo rizado oscuro, mirada suave pero penetrante y cuerpo delgado pero fibrado. Todos se enteraron que iba al mismo curso que ellos, el rumor se había expandido como si fuera el chaval más importante del planeta.

Se hizo el silencio.

Este no respondió. ¿Lo iba a hacer? Se iba a atrever a hacer eso? Cristian siempre se había metido en alguna pelea, había sido el gallito por su físico y tal, pero a tanto nunca había llegado… soltar algún insulto, tirar la mochila de un compañero por la ventana, poner zancadilla a los nuevos, pegar chicles en el pelo de una compañera….¿Pero meter la cabeza del hijo de un ministros del estado en un wáter con todos mirando y con aquella palabra en su culo? Se le podía caer el pelo.

Eran las 3.45 de la mañana y a ninguno le importaba nada de lo que estuviera sucediendo fuera de aquel sofá. Bruno estaba cómodo, demasiado cómodo. Y Juan, a pesar de estar sincerándose, también lo estaba.

Si Juan se había decidido a contar todo, era todo… Pero eso…

Juan respiró hondo, tanto que el pecho se le hinchó aún más y volvió a desinflarse para contener aquel aspecto duro y perfecto…Estaba decidido. Pero esa información podía cambiarlo todo, hasta el punto de que Bruno saliera escopeteado de allí sin ni siquiera despedirse ni querer volver a verlo. Y siendo sincero con él mismo, es lo que más le podía afectar.