Los secretos de Jota: Noche intensa de verano(VII) - Relatos Eróticos

Los secretos de Jota: Noche intensa de verano(VII)

... mientras que una boca ávida y feroz le comía la otra mitad de la polla mientras que la otra mano le acariciaba y estimulaba los huevos.

Y un primer minuto en el que Guille saboreaba cada decilitro de líquido preseminal, sabroso y espeso que sacaba aquel pollón gordo y enorme, acompañando al chorreo incesante de su polla.

Y un primer minuto en el que Cristian follaba duramente ese culo apretado, muchísimo más apretado que el coño, y que le generaba una tensión aún mayor con el consiguiente aumento de placer en su rabo y su interminable goteo de sudor por su ya perlado y delgado cuerpo.

Y un segundo minuto de éxtasis total con una boca saciando el perverso pecado de Adrian al cual se le había tensionado cada uno de sus músculos; con un polla turgente y dura, gruesa como un cirio de iglesia que saciaba el vicioso sexo de Guille y su fantasía de llenarse entero de su leche; y con un culo apretado, ya profanado y abierto, expuesto a las embestidas sedientas de un Cristian completamente agotado por la continuada follada nocturna….

Y entonces una explosión de sabores, olores y fluidos. Una explosión que llenó agujeros. Que tensionó músculos. Que rompió tabúes. Que abrió mentes. Que creó adicciones. Y sobre todo, que sació a un Cristian que vio cómo tras sacarla, un hilo de líquido blanco empezó a salir chorrando por su esterilla de forma muy morbosa; a un Guille que recibió una enorme lefada deliciosa en su boca que intentó tragarse entera mientras otro chorro salía con mucha presión de su rabo salpicando el culo y los huevos de su amante; y a un Adrian que probó las mieles de unos labios que consiguieron sacarle la lefada como ninguna mujer antes lo había conseguido y provocándole uno de los mayores orgasmos jamás vividos.

Una noche larga, cálida y muy placentera en la que los tres, y por supuesto también Leo y la chica sueca, durmieron a pierna suelta, más relajados que nunca y con el deseo de que volvieran a vivir pronto una noche comoaquella.

Pero como siempre ocurre, los veranos son fugaces, y más los veranos adolescentes. Y para cuando quisieron ser conscientes, había llegado septiembre, el Instituto y la rutina. La única parte buena de aquella era volver a encontrarse con Juan, pues, aunque Cristian no quisiera admitirlo, hasta él quería verlo y lo había echado mucho de menos.

Aquel día de presentación, dos mañanas antes del primer día oficial de colegio, tanto Cristian, Adrián y Leo esperaban a la entrada del edificio junto a una decena de estudiantes más. Todos algo impacientes y, alguno más nervioso que otro, esperaban a que llegara la hora y el conserje les dejara entrar.

El International British College, donde las familiasde todos ellos habían decidido que era la institución académica donde estudiarían su educación secundaria no obligatoria, era uno de los institutos bilingües más pijos de todo Madrid. Ubicado en la Moraleja, una urbanización residencial bastante cara, el colegio tenia dos grandes edificios en el cual ...