Lorena: mi novio y mi familia (2) - Relatos Eróticos

Lorena: mi novio y mi familia (2)

... como si llevara algo de tiempo llorando.

- Necesito hablar contigo, hay algunas cosas que no entiendo - contesté con frialdad aparente, cuando en realidad hacía un gran esfuerzo por no derrumbarme.

- Claro, ¿Donde quieres que…?

- Paso por ti en el tiempo que me tome llegar a tu casa.

- Okey, aquí te espero.

Salí de mi habitación y bajé las escaleras, me encontré a mamá regando las plantas del jardín y le avisé que saldría un rato. Ella se mostró extrañada por mi actitud y no me dejó ir antes de acercarse a mí, posar sus manos en mis hombros y mirarme fijamente a los ojos.

- Sé que no nos dijiste la verdad anoche, tranquilo, no te voy a presionar para que lo hagas. Desconozco lo que haya pasado entre tú y Lorena, aunque estoy casi segura que tiene algo que ver con el hecho de que hasta ahora no hubieras conocido a su familia; pero quiero que recuerdes algo que siempre te he dicho, quien en verdad te ama te deja ser libre, te acepta como eres, con tus creencias y posturas, con tus manías y complejos, no intenta cambiarte; y eso va en ambos sentidos. Sé que la amas, eso me ha quedado claro desde hace años, pero no trates de forzar algo que sea irreparable, si las cosas son susceptibles de ser enmendadas, esfuérzate por hacerlo, pero si lo que ocurrió es tan grave como para que te haga pensar que no podrás vivir feliz a su lado, tal vez sea mejor que desistas. No es inteligente estar en un lugar que te hace infeliz, no es justo para ti ni para ella, mantener una relación solamente por el tiempo que has invertido para estar unidos. Y recuerda que pase lo que pase, sin importar lo que sea, en tu padre y en mí tienes un par de grandes escuchas, amigos y cómplices para cualquier cosa que necesites hacer, ¿De acuerdo? - terminó mi madre sonriendo, de aquella forma como siempre me había reconfortado, la misma manera como me miraba cuando sabía que había hecho algo malo y me negaba a decírselo. La abracé, con los ojos hundidos en lágrimas tras haberme hecho entender lo que debía hacer. ¿Acaso podría una mujer ser más sabía que mi propia madre?

Conduje en dirección a la casa de Lorena, sintiendo un gran vacío en mi estómago. No me creía capaz de mantener una relación abierta, nunca me lo había planteado siquiera, la simple idea de hacerlo era dolorosa, pues de acuerdo a la forma como había sido educado, una mujer debía pertenecer a su hombre y viceversa. Lo que suponía que seguir en una relación con Lorena resultara inverosímil; pero fue el intenso amor que sentía por ella, lo que me llevó a considerar que podría haber alguna salida, alguna forma de llegar a un acuerdo que nos permitiera vivir en paz, felices de estar unidos en matrimonio.

Llegué a su casa y suspiré profundamente antes de enviarle un mensaje para avisarle que me encontraba afuera de su hogar. Ella salió de su casa vistiendo un pants y una sudadera holgada. Caminó acelerando el paso hasta llegar al lado del copiloto y subir en el auto. Aún me costaba un poco de trabajo ...