Lorena: mi novio y mi familia (2) - Relatos Eróticos

Lorena: mi novio y mi familia (2)

... algo no estaba bien, que las cosas no debieron haber salido de esa forma. Me sentía inseguro y por primera vez en muchos años experimentaba una insoportable distancia entre Lorena y yo.

En cuanto estuvimos dentro del auto, ella me miró a los ojos con una sonrisa enorme, me tomó de la nuca con sus manos y me beso. Un gesto necesitado, que ciertamente se sintió un poco forzado, pero sus labios y el movimiento de su lengua me hicieron olvidar por un instante mi reticencia, mis dudas y todos los pensamientos que me decían que algo no estaba tan bien como debía estarlo.

Sentí su mano bajando por mi abdomen hasta llegar a mi entrepierna. Mi miembro comenzaba a endurecer y terminó de hacerlo ante las caricias que Lorena le brindaba. La vi mirando al rededor en el estacionamiento, cerciorándose de que estábamos solos mientras deslizaba el cierre de mi pantalón, metía su mano y sacaba mi herramienta, antes de agacharse sobre ella y meterla por completo en su boca.

Dejé caer la cabeza hacia atrás pero sin cerrar los ojos, atento al espejo retrovisor y a mi alrededor para detectar la presencia de algún mirón que pudiera sorprendernos.

Me encantaba la forma como Lorena me hacía sexo oral, despacio, succionando delicadamente, gimiendo mientras lo hacía, extasiando mi cuerpo no solamente con la forma de besarlo, sino también con los sensuales sonidos que se ahogaban en mi sexo, con la forma de acariciarme las piernas mientras lo hacía, expresando en sus caricias una insoportable necesidad de tocarme, de apretar mis músculos y hacerme sentir amado.

Sacó mi pene de su boca y llevó su mano a él, masturbándome delicadamente, lamiendo mi glande mientras su mano subía y bajaba en una sensual y placentera caricia.

Su cabeza se elevó hasta estar frente a frente, encontrando mis labios con los suyos antes de separarse, mirar en todas direcciones y sentarse encima de mí.

Mis manos reaccionaron por instinto mientras ella se aseguraba de que nadie nos viera. Hice a un lado sus bragas y fue ella quien tomó mi miembro y lo condujo a su interior, dejando que el peso de su cuerpo cayera lentamente sobre mí mientras la penetraba en una suave y apretada caricia.

Sentir su calor, la humedad que rodeaba mi sexo mientras sus senos se apretaban en mi cara, era una sensación que me hacía pensar que todo aquello era un sueño. Lorena me hacía sentir en las nubes con cada uno de esos arranques de lujuria, cuando me sorprendía iniciando un episodio sensual en lugares inesperados, cuando gemía cerca de mi oído mientras sus caderas se movían sin control sobre mi cuerpo.

Fue ella quien sacó sus senos de su encierro y los dejó cerca de mi boca. Una tentación a la que nunca me había podido resistir. Los tomé y estrujé entre mis manos, mientras ella no dejaba de dar pequeños brincos sobre mi cuerpo, enterrándose mi sexo en cada ocasión, gimiendo ante la sensación que le provocaban cada uno de sus movimientos.

Devoré sus senos con vehemencia, dejándome llevar por ...