Para eso estamos las amigas - Relatos Eróticos

Para eso estamos las amigas

... estrangulado, se corrió sobre mi mano. Se quedó tirada sobre el sofá, con un brazo tapándole los ojos y la respiración agitada.

La dejé descansar un par de minutos, con mis dedos aún dentro, mientras repartía besos por su torso y acababa en sus labios. La besé, tal y como me había pedido antes, con calma, prolongando la relajación del orgasmo. Cuando pareció recuperarse un poco, volví a mover los dedos suavemente en su interior.

—Ah! —chilló, no sé si de gusto, sorpresa o ambas.

—Sshhh —la silencié con un beso y seguí penetrándola con los dedos, sobreestimulándola y haciendo que empezaban a temblarle las piernas.

—P-por f-avor…

—¿Qué quieres, preciosa? ¿Paro?— dejé de mover la mano, con los dedos clavados en ella, y le acaricié en clítoris hinchado y sensible con el pulgar.

—AH! NO, JODER, NO PARES— me gustó tanto escucharla chillar que quise que siguiera. Volví a follarla con los dedos, un poco más rápido.

—¿No? ¿Te gusta como te toco?

—SÍ, JODER, SÍ— me miró con los ojos nublados por el placer, jadeaba y se retorcía debajo de mi mano —. FÓLLAME, NO PARES!

Sorprendida y halagada por sus gritos, seguí clavándole los dedos tal y como me pedía. Volví a besarla y chupé su lengua al mismo ritmo que mis dedos. Temblando y gimiendo, casi afónica, se corrió de nuevo. En cuanto dejó de apretarme retiré mi mano despacio de su interior.

Nos acurrucamos en el sofá, cubiertas por una manta. La abracé y le besé la cabeza con cariño. Me preocupaba como podría reaccionar a todo lo que acabábamos de hacer, una vez desaparecida la nube de excitación y lujuria.

—Lena.

—Dime.

—Mañana le pido a mi chico que me lo haga —me reí, aliviada, y volví a besarle la cabeza.

—Bien.